Si queremos perder peso, tenemos que tomar grasas

Alejandro Vera EN LÍNEA

OPINIÓN

UNIVERSITY OF COPENHAGEN

15 nov 2019 . Actualizado a las 15:48 h.

Cuando nos comprometemos con un objetivo de pérdida de peso, los dos damnificados principales suelen ser los hidratos de carbono y las grasas. Una de las creencias erróneas más habituales a la hora de querer adelgazar, consiste en pensar que debemos eliminar el consumo de las grasas. Como todo mito o falacia, siempre hay algo de verdad en aquello que se cuenta. Es cierto que debemos limitar el consumo de determinados tipos de grasa, pero ¿por qué son importantes en la dieta?

Son el macronutriente que más energía nos aporta. Por cada gramo de grasa obtenemos 9 kilocalorías de energía. Son también nuestra principal reserva energética, es decir, en caso de inanición, enfermedad u otras circunstancias, serán nuestros ahorros para la vida.

Reducir drásticamente su consumo tiene una serie de perjuicios sobre la salud como por ejemplo son:

1.- Déficit vitamínico. Las grasas contribuyen a la absorción de las vitaminas A, D, E y K.

2.- Afectación del sistema inmunológico. El déficit vitamínico y la carencia de ácidos grasos esenciales (como son el omega-3 y el omega-6) afectan drásticamente a la regulación del sistema inmune.

3.- Inflamación y aumento de la probabilidad de contraer cáncer.

4.- Desregulación hormonal. Entre los síntomas más frecuentes se encuentra la amenorrea.

5.- Imposibilidad para perder peso: producida como efecto rebote, ya que el cuerpo activa su «modo ahorro».

¿Qué grasas sí que debemos evitar? Las monoinsaturadas no es que sean buenas para salud, es que son necesarias. Contribuyen a aumentar los niveles del colesterol bueno. El alimento por excelencia en esta categoría es el aceite de oliva virgen extra.

Las que sí debemos consumir son las propias o naturales de los alimentos: lácteos, pescados azules, huevos, carnes blancas, aceites no refinados, frutos secos y las semillas.

Las grasas que debemos evitar son aquellas de carácter saturado y las famosas grasas trans. Por ejemplo, no deberíamos abusar de la carne roja, ya que posee un alto índice de grasas saturadas. Por supuesto, tampoco la bollería industrial y demás alimentos ultraprocesados con aceites refinados.

¿Cómo podemos saber si un alimento tiene grasas buenas? Es sencillo, debemos mirar su etiquetado y comprobar la proporción de grasas que posee. Si estas son mono o poliinsaturadas, no debemos asustarnos. Si por el contrario son saturadas o trans, debemos tener claro que es un alimento que no deberíamos consumir con asiduidad.

Grulla Psicología y Nutrición