Las peras al cuarto

Mariluz Ferreiro A MI BOLA

OPINIÓN

30 oct 2019 . Actualizado a las 10:13 h.

La pera siempre ha sido una fruta inspiradora. Puede considerarse una de las reinas de las frases hechas. La princesa de la metáfora de las formas. Y una emperatriz de las variedades. ¿Quién no se ha preguntado de dónde viene lo de la pera conferencia? Pues de su presentación, que tuvo lugar en la Conferencia Nacional de Peras Británicas, allá por 1895. Pero hay quien acaba de descubrir, con ataque de ira incluido, que en Galicia se consumen peras catalanas. Leridanas, para más señas. Las muy traidoras. Luciendo, hermosas, en sus cajas. Disimulando. Como si la cosa no fuera con ellas. Si es que van provocando, con esas curvas que lucen. Ahí, como hinchadas, como henchidas de orgullo. Si es que se creen la pera limonera. Es la realidad, por mucho que les pese a algunos de aquí y de allá. Unos dirán que son frutas indepes, secesionistas por naturaleza, y otros las acusarán de colaborar con la represión del Estado. Todos ellos querrán negar que existen cordones umbilicales cotidianos. Puentes que unen a diario el este con el oeste. Unas veces son hilos casi invisibles. Otras son evidencias materiales, cifras que recogen diferentes cuentas de resultados. Los clientes que han agotado las peras catalanas de la frutera gallega que había sido atacada por el simple hecho de venderlas han preferido evitar el odio, boicotear las divisiones. Y eso que en muchas ocasiones lo más sencillo es odiar, dar la espalda, sucumbir al hartazgo, rumiar lo peor y escupirlo, sumarse a la barricada, acercarse a la chispa para que prenda. Más fuego es lo que desean los incendiarios. Porque es evidente que los peores gusanos no están en la fruta.