Al Bagdadi, «game over»

José Julio Fernández Rodríguez FIRMA INVITADA

OPINIÓN

Yahya Nemah | Efe

29 oct 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Vivimos apresuradamente en un mundo de imágenes y símbolos, que han cobrado una relevancia inusitada en términos sociológicos y de opinión pública. Por eso, la muerte de Al Bagdadi es una noticia destacada en términos de seguridad internacional. Ya han salido comentarios en todo el mundo democrático sobre este suceso, algunos valorándolo negativamente por el riesgo de reunificación de los grupos yihadistas. Yo disiento de esas opiniones.

Al Bagdadi construyó el Dáesh, escindiéndolo de Al Qaeda, con una evidente estrategia personalista basada en las potencialidades de la sociedad de la información. La primera gran muestra de ello fue su autoproclamación como califa en Mosul en el 2014. Con dicho acto conectaba su movimiento con el supuesto esplendor del mundo islámico del siglo VII (una verdadera fake new, pero creída a pies juntillas por el radicalismo islámico), se ligaba a la estirpe de Mahoma y podía exigir fidelidad y obediencia a los musulmanes. Gracias a ello, y a una excelente propaganda audiovisual, captó decenas de miles de seguidores por todo el planeta. Más tarde vendrían las derrotas militares y el retroceso territorial. Y en esta tesitura de retroceso, Al Bagdadi vuelve a salir en un vídeo en abril de este año, aunque en esta ocasión con un sentido más militar que religioso. Ello alimentó de nuevo las ínfulas de sus legiones de seguidores, persuadidos de la continuación del califato, aunque fuera digital.

Por todo ello, la eliminación física de ese líder tiene un efecto de desaliento y pesimismo para sus huestes, que entrarán en un período de reflexión desconcertante sobre su futuro. Eso les debilitará, sin duda. ¿Otro líder, como Addullah Qardash? ¿Y cómo lo proclamamos califa? ¿Podrá tener el simbolismo del precedente? ¿O irse a Al Qaeda? ¿O claudicar? Como vemos, muchos interrogantes que una organización dispersa como el Dáesh no podrá gestionar eficazmente, al menos de momento.

Y otra buena noticia: semeja claro que esta acción de Estados Unidos contó con diversos apoyos, imprescindibles para realizarla en la región siria de Idlib, incluida la anuencia de Turquía. Frente a descoordinaciones del pasado y oscuras connivencias con los radicales, en esta ocasión se bogó en la misma dirección. Esperemos que esta tendencia se mantenga, aunque seguiremos teniendo serias dudas a la espera de otros acontecimientos.