Exceso de eufemismos

Francisco Ríos Álvarez
Francisco Ríos LA MIRADA EN LA LENGUA

OPINIÓN

19 oct 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

E n este otoño hay varios conflictos que están causando un bum de eufemismos. Son estos expresiones con las que se sustituyen otras que se consideran demasiado violentas, groseras, malsonantes o proscritas por algún motivo. Pero los eufemismos piadosos, como poco agraciado por feo, diantre por diablo, o miércoles por mierda, han dado paso a una nueva clase con la que se pretende manipularnos. Se trata de enmascarar hechos rechazables empleando palabras que los hagan asumibles. Un ejemplo nos los ofrecen estos días las autoridades turcas, que llaman Manantial de Paz a la operación consistente en desalojar a los kurdos del norte de Siria mediante generosos bombardeos aéreos y terrestres. Ataques cuyo resultado se expresa en «terroristas neutralizados», lo que evita hablar de muertos.

Hemos visto, sin salirnos de aquella región, cómo se emplea la expresión ejecuciones extrajudiciales para poner un nombre pudoroso a los asesinatos de civiles. Porque, si no media condena de un tribunal, el tiro en la nuca, o cualquier otro método que dé el mismo resultado, no es ejecución, sino asesinato. También del mundo militar llegan otros hallazgos lingüísticos, como daños colaterales, que es la forma delicada de designar los infligidos en un ataque cuyo fin, real o aparente, era otro. A veces los causa el fuego amigo, es decir, el de los nuestros cuando son torpes apuntando con el fusil o con el cañón. Y en las guerras se han acabado los genocidios desde que se hacen limpiezas étnicas.

A cualquier lado que miremos topamos con eufemismos. Los servicios de espionaje son de información o de inteligencia, los ancianos son la tercera edad, y las extorsiones de los terroristas, el impuesto revolucionario. ¿Y qué decir del tsunami democrático que tan cerca nos cae? Aunque este, más que un eufemismo, es un oxímoron, la unión de dos palabras de significado opuesto. Ejemplos tradicionales de esta figura retórica son silencio atronador o soledad sonora. Pero el que más se ve y se oye hoy, junto con el tsunami de marras, es violencia pacífica, promovido por los mismos personajes.

Con oxímoros y eufemismos se busca que se acepte lo inaceptable y manipular a la gente disfrazando la realidad. Pero esta ha de brillar desnuda. Y a quienes atentan contra ella hay que desenmascararlos.