La «cocaína rosa» que no es cocaína

Manuel Isorna Folgar AL DÍA

OPINIÓN

Guardia Civil

24 sep 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Son varias las noticias que han aparecido este verano sobre la 4-bromo-2,5-dimetoxifeniletilamina, una droga sintética creada en 1974 por Shulgin, conocida como 2CB (su nombre químico) y en el argot callejero como Tucibí (su versión fonética en inglés), Nexus, Eros o cocaína rosa. Esta última denominación es al menos confusa, ya que no guarda ninguna relación con la cocaína en su composición química. Lo único que las une es que empezó a comercializarse en polvo y se consume aspirándola; hoy en día también se encuentra en formato pastilla.

Esta droga sintética de la familia de las feniletilamina (derivada de las anfetaminas) produce efectos que están a caballo entre la estimulación del éxtasis (MDMA) y los alucinógenos LSD, por eso se denominan «drogas triposas». Pero sus efectos no son iguales a los producidos por la mezcla de estas dos sustancias; sus efectos psicodélicos no son tan intensos como los del LSD y es algo menos estimulante que la MDMA. Los efectos suelen durar entre 4 y 8 horas y, en total, suelen transcurrir unas 10 horas desde su ingesta hasta que ese retoma al estado inicial, siempre dependiendo de la dosis y la persona.

Por su exclusividad, su escasa disponibilidad y su precio -un gramo de 2CB no baja de los 100 euros, el doble que su competidora más directa, la cocaína- se la ha denominado en los medios de comunicación «la droga de la alta sociedad», lo que sin lugar a dudas ha contribuido a rodearla de un glamur que no se merece y la hace potencialmente más atractiva y deseable para los más jóvenes. Pero no por ello deja de ser una droga peligrosa que puede llegar causar, dependiendo de la dosis, arritmias cardíacas, infartos, cuadros de psicosis, crisis de pánico o alteraciones de la personalidad. Se han recogido casos de suicidio y por supuesto de accidentes de tráfico, peleas, etcétera.

El inicio del consumo de estas drogas suele darse en ambientes de ocio-diversión, pero no debemos olvidar que, a pesar de que la decisión inicial de consumir drogas por lo general es voluntaria, con el consumo continuo la capacidad de una persona para autocontrolarse se puede deteriorar gravemente. Esta disminución del autocontrol es el sello distintivo de la adicción y la 2CB, que ha venido para quedarse, reúne todas las características para generar graves problemas de salud.