Las elecciones son para el otoño

Xose Carlos Caneiro
xosé carlos caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

19 ago 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando todo desaparezca, quedará Victoria Abril. Llenará los vacíos y de su rostro emergerá un mundo nuevo donde ella será Eva y este servidor, disculpen el atrevimiento, Adán. Dicho esto, y para no importunar a los lectores, me pregunto lo que usted ahora mismo se estará preguntando: ¿A qué viene tal excurso? ¿A qué esta prosa impropia para un lugar en que habitualmente tengo la mala costumbre de hablar de política? ¿No sería mejor que guardase el columnista sus divagaciones para la contraportada de los jueves? Y tiene usted toda la razón. Pero es que no conocía mejor modo de iniciar esta columna. Y todo por una concatenación de recuerdos y sensaciones. Por eso escribimos los que escribimos: solo la nostalgia nos sostiene frente al mundo.

 Me explico. Pensé en la obra teatral de Fernán Gómez Las bicicletas son para el verano. Después, en la versión fílmica que grabó Jaime Chávarri. Y, sin quererlo, pensé en ella. Victoria estaba en aquella película, como antes había estado en la grabación de Los jinetes del alba, una serie que emitió TVE allá por los noventa y que se grabó cerca de mi Verín. En Vidago, concretamente, llevaron a cabo alguna de sus sesiones de grabación. Y digo más, hasta hubo extras verineses en aquella ventura cinematográfica. Victoria Abril todo lo llena, repito e insisto. Hasta su apellido sabe a manzanas. O a primavera, qué más da. Pero la primavera ya no existe en la política. Todo es otoño. Las elecciones son para él, tal como las bicicletas eran para el verano.

La obra de Fernán Gómez -y ya dejo a mi musa Abril a un lado- está dividida entre dos grupos de personajes: nacionales y republicanos. Es la política de bloques aplicada al teatro. Claro que Fernán Gómez hablaba del 36 y yo, de los bloques del 2019. En tal tesitura gobiernan Navarra, o eso dicen los hermeneutas políticos del PSOE. El bloque de la izquierda gana al de la derecha. Pero obvian una circunstancia. En Navarra, donde gobierna un partido con el 20 % de los votos frente a la coalición ganadora con un 35 %, todo estaba claro antes de ir a las urnas. Por lo menos de una parte, la conservadora. La otra se alió a posteriori para arrebatar un legítimo gobierno de Navarra Suma. Por lo tanto, y ante un contexto preelectoral, yo les pediría claridad a los contendientes. Porque intuyo que estamos en las puertas de unas reelecciones. Y lo aplaudo. No soy de los que piensan que es una tragedia ir de nuevo a las urnas. Lo deseo. Y lo deseo porque es la única manera de que España sea gobernable. Aclarémonos de una vez y admitamos lo obvio: con 123 escaños no se puede regir el destino de los ciudadanos. Imposible. El gobierno de los 123 es, en definitiva, el gobierno de Podemos y del independentismo. El gobierno que les interesa a los que detestan esta España próspera. Vayamos a las urnas. En otoño son las elecciones. De abril ya solo me queda su nombre, Victoria.