Por los pelos

Tamara Montero
Tamara Montero CUATRO VERDADES

OPINIÓN

29 jul 2019 . Actualizado a las 09:12 h.

La primera vez todavía la recuerda. Llevaba un camiseta de color pistacho y el sol se colaba por la ventana del aula. No había terminado aún la primaria cuando un compañero la avergonzó delante de toda la clase porque, inmersa ya en la pubertad, había cometido ese pecado: se atrevía, a sus 12 años, a no ir depilada. Hasta ese instante, aquella niña ni siquiera había pensado en que podía ser tan importante lo que llevaba (o no) bajo las alas. La profesora calló, los compañeros se carcajeaban. Y en cuanto llegó a casa le pidió a su madre que se lo quitara. Se había sentido así de humillada.

Años después, alguien le dijo que como iba así, que parecía una guarra. Ironías de la vida, se lo espetó un machito que tenía una alfombra persa desde la nuca hasta las nalgas. Tuvo una pareja tan egoísta que intentó convencerla de que integral era la palabra. Tenía que haber una alineación planetaria para que aquel tío se afeitara. Se dejó una pequeña fortuna en sesiones de láser. Dolor exquisito, le llaman. Definitivamente, sobraba.

Ahora, en plena vorágine política, cuando suena el nombre de una portavoz parlamentaria, tenemos que leer en Twitter que resulta que la capacidad intelectual está relacionada con ir bien rasurada. Pues lo mejor será que quien presida el próximo gobierno vaya perfectamente depilado. De la coronilla a los pies. Que nos estamos jugando el futuro de España.