¡Maldito «bullying»!

Xosé Ameixeiras
Xosé Ameixeiras ARA SOLIS

OPINIÓN

24 jul 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Llegaron las vacaciones y el chaval respira. Igual que el preso al que dejan libre. O como si el sol brillase de otra manera cada mañana. Ya desayuna sin ese nudo que le ataba el estómago. Ahora le brillan los ojos, sonríe, brinca con los suyos y durante dos meses puede aparcar el infierno vivido a lo largo del curso. Su familia es su única tabla de salvación. Levantarse cada mañana para ir a clase era zambullirse en una pesadilla paralizante. Una tarea imposible, el mundo cuesta arriba. Sus compañeros de ESO lo han convertido en diana de sus burlas, sus desprecios y sus desaires y lo tienen sumido en un pozo profundo. O lo ignoran como si no existiese o lo pelan con sus bromas y acosos. Como si todos se hubiesen puesto de acuerdo. Él reacciona aislándose, como si no pudiese oír ni ver a su alrededor, lo que le trae consecuencias académicas. Aun así, salvó el curso. Se siente un saco de boxeo al que todos propinan golpes. Incluso esa inocente chica que nunca mató una mosca lo degüella en el wasap del grupo. Una vez su madre fue a quejarse y los chavales le devolvieron las ofensas dobladas. Y sus profesores, sin enterarse. Alguno, con su incompetencia, ayuda, involuntariamente, a agravar el asunto. Al fin y al cabo, los docentes buscan ganarse al aula convertida en manada. La humanidad no se aprueba en unas oposiciones. Al rapaz lo crucificó una maestra en primaria. Lo convertía en el centro de sus chanzas. Lamentablemente, la inteligencia emocional no la venden en el mercado ni en Amazon. Los alumnos no hicieron más que reproducir conductas y multiplicar los efectos. Un grano de arena que acabó haciendo montaña. Ya le han dado las trece razones para un trauma. ¡Maldito bullying!