Borrell, nuestro hombre en Europa

Fernando Salgado
Fernando Salgado LA QUILLA

OPINIÓN

Yiannis Kourtoglou

27 jun 2019 . Actualizado a las 07:49 h.

Borrell ha renunciado a su acta de eurodiputado. Se mantiene, por tanto, como ministro de Exteriores en funciones. Caben dos interpretaciones opuestas, la una y su contraria, de esa decisión. La explicación ofrecida por el eurodiputado dimisionario tampoco ayuda a decantarnos por una u otra hipótesis. Tal vez el domingo, después de la nueva reunión del Consejo Europeo que pretende desatascar la renovación de la presidencia de la Comisión Europea, dispongamos de más elementos de juicio para opinar.

Mi primera hipótesis descansa sobre una premisa: Borrell es la gran baza con que cuenta Pedro Sánchez para recuperar la presencia española en la cabina de mando de la Unión Europea. El presidente ha conquistado una posición envidiable en Europa que le permite soñar con cualquier objetivo. Ha conseguido que el eje franco-alemán pase por Madrid. El tute de dos se ha convertido en una partida de tres: Merkel, Macron y Sánchez. Representantes de tres países, pero también de las tres familias ideológicas que controlan la política europea: conservadores, liberales y socialistas. En ese triunvirato, Sánchez desempeña el papel de negociador jefe de la familia socialdemócrata, la segunda más numerosa del Parlamento Europeo, donde ocupa 153 escaños. Lo cual, unido a su alianza con los liberales -108 diputados- debería traducirse en una cuota de poder relevante para los socialistas, pero también para España. Si a ello le sumamos el divorcio irreconciliable de Merkel y Macron, que ya ha quemado a sus respectivos candidatos a presidir la Comisión Europea -el conservador alemán Weber y el socialdemócrata holandés Timmermans-, no sería extraño que el acuerdo conciliatorio pasara por España.

En esta interpretación, la renuncia de Borrell solo significa un repliegue táctico. Con su renuncia al acta no disminuyen sus opciones a ocupar un alto cargo institucional en la Unión, sino todo lo contrario. Y además, en clave interna, le soluciona a Sánchez un problema inmediato: tendría que encargar de la cartera de Exteriores a otro ministro, mientras no se produce una investidura que va para largo.

La segunda hipótesis se sustenta sobre eso que Ciudadanos califica de «fraude electoral». A Borrell lo forzaron a encabezar la lista europea, nunca quiso ser diputado y no quiere abandonar la cartera de ministro. Interpretación esta -escasamente creíble para quienes conocemos su trayectoria- de la que algunos ofrecen una variante: Borrell ha perdido sus opciones a ocupar un alto cargo en las instituciones europeas. Quizá por razón de género y en beneficio de Nadia Calviño o de Teresa Ribera, porque Bruselas necesita más mujeres al timón.

En todo caso, si me piden una porra, apuesto que el destino de Borrell es Europa. Como Alto Representante de la Política Exterior de la Unión. O como comisario o vicepresidente del área económica. Ni siquiera descarto, porque las negociaciones a cara de perro alumbran a veces acuerdos inesperados, la presidencia de la Comisión Europea. Ya veremos.