Ya van 1.000

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

14 jun 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Mientras prestamos atención a otros asuntos más mediáticos y menos dolorosos y casi sin darnos cuenta, las muertes por la violencia machista en España ya son 1.000. Un millar de mujeres perdieron su vida a manos de sus parejas, que es lo mismo que decir que ha desaparecido de un plumazo la población del concello ourensano de A Veiga o del lucense de Ribas de Sil. Los asesinos machistas superan incluso el récord de muertes de ETA, que siempre tenemos tan presente. Solo las guerras y los atentados del 11-S dejan un mayor número de víctimas.

No podemos buscar consuelo en la comparación con otros países, europeos por mucho que España tenga una tasa de 2 asesinatos por cada millón de habitantes frente a los 2,8 de Francia y a los casi 4 de Alemania. No hay consuelo, tampoco con las medidas hasta ahora adoptadas y que no fueron todo lo útiles que se quisiera. Cierto es que hace unos años estábamos hablando de «maltrato doméstico» y que desde la ley integral del Gobierno Zapatero se ha avanzado. Pero el millar de víctimas pone de relieve que podemos ir por el buen camino, pero que no es el que se necesita.

Algunos especialistas insisten en la educación, como mejor remedio. Pero eso es cuestión de tiempo; incluso de generaciones. Tampoco la paridad es solución inmediata. Y además tenemos las trabas de la resistencia de maltratadas a pedir ayuda, de las relaciones de superioridad ya desde niños y de mensajes de organizaciones legales, como es el caso de Vox, cuestionando la credibilidad de los testimonios de las maltratadas y hablándonos de denuncias falsas. Insisto, partido político legalizado, instalado en las instituciones, negociando con las restantes fuerzas y con el respaldo de 2.700.000 votos.

Rebasar el millar de víctimas debía de servir para un nuevo impulso en la lucha contra los descerebrados. Mejorando la legislación, aportando más recursos y atendiendo a todas y cada una de las denuncias. Porque de estas mil víctimas, más de 200 habían advertido del peligro que corrían. De no ser así, dentro de poco se publicará otra columna. Titulada «Ya van 2.000».