Lo que se juegan en estas elecciones

Fernando Salgado
Fernando Salgado LA QUILLA

OPINIÓN

09 may 2019 . Actualizado a las 07:56 h.

Todavía bajo los efectos de la resaca del primer acto, comienza esta noche la campaña para tres elecciones: europeas, municipales y autonómicas en doce comunidades. Se equivocan quienes piensen que los resultados serán calcados a los del 28A. Y se equivocarán todavía más quienes confundan el porcentaje de votos de cada fuerza política con su capacidad para conformar una mayoría de gobierno. Porque, en este panorama de sendos bloques fragmentados, habrá perdedores victoriosos, que curarán sus heridas con el bálsamo del poder, y habrá triunfadores derrotados, que ganarán apoyos y sin embargo perderán el bastón de mando.

Examinemos, primero, los dos bloques. La izquierda, que siempre gana cuando consigue agitar a su electorado, tendrá esta vez más dificultades para alcanzar la alta movilización del 28A. El «factor Vox» está parcialmente desactivado: ya no mete tanto miedo, a la vista de sus magros resultados, y quizá asuste menos su presencia en el seno de un consistorio o de un parlamento autonómico que en el Congreso de los Diputados. Y, además, a la derecha le resulta más fácil reunir la mayoría en el ámbito local y autonómico. La ley electoral castiga la división, pero la castiga mucho menos cuando aumenta el número de puestos por circunscripción. Muchos votos estériles de la ultraderecha en la España vacía alumbrarán en esta ocasión concejales y diputados autonómicos que pueden ser decisivos.

Por partidos, auguro una rotunda victoria del PSOE en la triple convocatoria electoral. Ganará de largo las elecciones europeas y será la lista más votada en la mayoría de las capitales y comunidades autónomas. Pero corre el riesgo, si las tres derechas mantienen en vigor su preacuerdo nupcial, de obtener escasos réditos en términos de gobierno y mando en plaza. Sobre todo, porque sus socios de la izquierda todavía no han pagado toda la factura, en Madrid o Galicia por ejemplo, de sus trifulcas y rupturas internas.

El PP, en estado comatoso y con su líder en la cuerda floja, debe afrontar a partir del día 26 una dramática disyuntiva: o fortalecer al PSOE, dejándolo gobernar en minoría en determinadas plazas y comunidades, o cederle a Ciudadanos cuotas de poder local y autonómico inimaginables hasta ahora. Que opte por lo segundo, como parece probable, supone un espaldarazo a Rivera -quien hasta ahora solo ha tocado poder en Andalucía- en su afán por liderar la derecha y convertirse en aspirante a la presidencia del Gobierno.

Ciudadanos es quien, a priori, lo tiene mejor para sus propósitos. Después de abjurar de sus credenciales con tintes socialdemócratas, después de renunciar al centro, después de rechazar el papel de bisagra entre PP y PSOE, busca liderar la derecha y convertirse en alternativa de Gobierno. Solo tiene un escollo que salvar: que el PP, pese a los duros ataques que le dirija, no rompa el pacto de las tres derechas contra Sánchez. Y que el viejo partido de Aznar y Rajoy acepte el papel de segundón: para empezar, en la comunidad de Madrid, sin ir más lejos.