Tengo una idea: ¡volvamos al bloqueo!

OPINIÓN

02 may 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

La noche electoral definió los cuatro dogmas que van a regir esta legislatura: 1) Que todos ganaron -incluido el BNG-, menos el PP, al que la historia sin memoria le ha asignado el papel de cero a la izquierda. 2) Que todas las líneas rojas de pactos y chalaneos quedaron diluidas en ácido vótico, salvo la única salida racional y duradera del pacto PSOE-Ciudadanos; porque la palabra de Rivera, que nunca ha valido para nada, se ha convertido ahora en símbolo inmarcesible de lealtad democrática. 3) Que los 123 escaños del PSOE, si se analizan con metodología cuántica, constituyen la más indiscutible victoria electoral que ha habido en España desde don Pelayo. Y 4) Que, a la vista de todo esto, es evidente que la llave del paraíso la tiene Podemos, porque si cumple la promesa que le hizo a sus electores, y no deja formar un Gobierno socialista que gobierne como la casta que es, iremos derechitos al bloqueo. Y esto último, que no pasa de ser un pecado venial, es lo que propongo yo, ¡por España! -o «¡por ¡Egpaña!», como diría Bono-, para evitar el pecado capital al que nos está tentando el diablo disfrazado de CEOE, de Ibex-35, de Conferencia Episcopal, de prensa económica o de mí mismo, que debo ser, al menos en esto, o demo revestido.

Mi plan es muy sencillo. Sánchez se propone para gobernar en plan monoteísta, monocolor y sin más profetisa que Carmen Calvo. En respuesta a esta provocación -muy religiosa y contraria al laicismo del Estado-, Iglesias anuncia que votará «no» a la investidura. Para evitar que Sánchez se mergulle en estas trapalladas, el PSOE declara que, aunque ha ganado las elecciones, no tiene votos para ser investido, y don Pedro le comunica a Felipe VI que renuncia a su turno de investidura.

¡Y aquí viene lo bueno! Casado, el derrotado, ve en este proceso su gran oportunidad, y acepta que el rey proponga su investidura, sobre la base de un acuerdo con Vox y con la esperanza de que las derechas independentistas y las confluencias de Podemos le voten, para evitar nuevas elecciones. Casado, naturalmente, pierde las cuatro votaciones con solo 65 síes, porque Vox vota con los independentistas, socialistas, Podemos, Ciudadanos y Bildu, y porque uno de los diputados del PP -probablemente Suárez Illana- se confundirá de botón las cuatro veces. Y gracias a este protocolo, recientemente ensayado, empieza a contar el plazo de disolución de las cámaras que debe llevarnos de nuevo a las urnas -en plan simbólico- el día de San Martiño.

Hay otras cuatro posibilidades. Pero tres traicionan a España y la otra al electorado. Y además, a la vista de lo bien que nos fue en el 2016, y de lo contentos y eufóricos que estamos ahora, nadie debería impedirnos la hazaña de investir a Sánchez en diciembre, presentar una moción de censura un año después, y volver a las urnas -tras cinco viernes sociales- el 28 de abril del 2021.

En ese momento ganará Casado con 123 escaños, y podremos reiniciar lo que ya se denomina «ciclo electoral a la española». ¡Yuhu!