Formar Gobierno

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa MI QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

30 abr 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

En los tiempos del bipartidismo político en España no se intercambiaban menos insultos o descalificaciones que en la pasada campaña electoral, pero se distinguían con claridad los intereses que los alimentaban y no se creaba confusión entre los votantes. Quizá porque la inmensa mayoría ya había decidido su voto antes de que empezase la refriega. Pero eso no ocurrió en la pasada cita electoral, definida por un multipartidismo de programas confusos y acuerdos inciertos. Es decir, cada uno fue a lo suyo hasta el último momento. Y lo suyo era encabezar la coalición gobernante. Por eso las campañas fueron como fueron. Una especie de «todo vale» si es útil para alcanzar el poder.

En su día el político Abraham Lincoln había simplificado bien esta cuestión al asegurar que «la democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo». Pero unos años después el también estadounidense Theodore Roosevelt advirtió que «una gran democracia debe progresar o pronto dejará de ser o grande o democracia». ¿Está progresando la nuestra de un modo que la engrandezca o se está enredando en un zarzal de ambiciones personales trufadas de unos discursos plagados de egoísmos descarados? Porque una cosa es ser demócrata y otra muy distinta utilizar la democracia para desvalijarla y acabar con ella, en interés de una longevidad política propia. Nuestra realidad política actual es que ha ganado el PSOE de Pedro Sánchez y que el PP de Pablo Casado se ha deslizado por una extraña pendiente quizá ya nada fácil de remontar. Los de ciudadanos, Podemos y Vox ?y los de algunos nacionalismos? son éxitos de distinta condición que, ciertamente, tienen futuro (cada uno el suyo, claro).

No parece probable que los pactos posibles para investir al candidato a la presidencia del Gobierno se culminen antes de las elecciones del 26 de mayo. Sánchez tiene que dilucidar si gobernará con Podemos. Y Ciudadanos está ante una compleja disyuntiva, tal vez con más responsabilidades de las que creemos a la hora de decidir su papel ante la formación del futuro Gobierno. Misterios y dudas que habrán de dilucidarse en un plazo temporal no necesariamente precipitado, pero sí limitado. A ver.