La obra cumbre de Sánchez

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

OSCAR DEL POZO

16 mar 2019 . Actualizado a las 10:18 h.

No fue un viernes de decreto-ley, pero el Consejo de Ministros tenía preparado algo muchísimo mejor y con parecidos efectos electorales: hurgar en el calendario, encontrar una fecha aceptable y marcarla con un rotulador, naturalmente rojo. La fecha elegida fue el 10 de junio, lunes, y sobre ese día se escribió: salida de Franco del Valle de los Caídos. Lugar de destino, Mingorrubio, que es una colonia situada detrás del palacio de El Pardo, y donde Patrimonio Nacional tiene un pequeño mausoleo donde ya descansa la viuda del general, doña Carmen Polo. Franco volverá a su barrio. Los demás tardaremos mucho tiempo en olvidar el nombre de Mingorrubio. Frente al cementerio hay un restaurante al que probablemente le ha tocado la lotería de tantos fieles que acudirán al nuevo sancta sanctorum del franquismo.

Veremos si se puede cumplir el anuncio, porque habrá recursos de la familia, que no quieren al abuelo en tanto descampado, sino en un lugar de honor como la cripta de La Almudena. Veremos también si los jueces dan alguna sorpresa, cosa que no sería extraña después de todos los retrasos producidos. Pero el gabinete de diseños estratégicos y propagandísticos de la Moncloa lo hizo razonablemente bien. Es decir, de forma aceptablemente cínica: la ministra para Asuntos del Dictador, doña Carmen Calvo, justificó la fecha del 10 de junio en su buenísima intención de «no interferir en las elecciones», pero ella sabe mejor que nadie que su anuncio es una grandiosa oportunidad de interferir en las elecciones: lo importante es la decisión de echar a Franco del Valle; eso es lo que valoran los votantes de la izquierda, que son los que hay que movilizar si se quiere ganar el 28 de abril. Y Sánchez trata de acumular méritos aceleradamente ante ese electorado para que no le pase lo de Andalucía.

Estamos, pues, ante la obra cumbre de los nueve meses de gestión del Gabinete socialista de los 84 diputados. Lo anunciado ayer es como el testamento político del presidente: «Ahí os lo dejo; lo que depende de mí, lo cumplo; lo que nadie consiguió hacer durante 40 años, yo lo hago con arrojo y como lección para las nuevas generaciones y toda la Humanidad; en la España de Pedro Sánchez no cabe la honra a un dictador». ¿Y si la estrategia no funciona, si después de abril hay un cambio de gobierno y el nuevo equipo quiere a Franco donde estuvo estas cuatro décadas? ¡Oh, no hagáis esa pregunta! Cuando se plantean esas dudas, la respuesta oficial está escrita en los libros de estilo de los políticos: «Eso no se contempla». Carmen Calvo repetirá: «Estamos en un Estado de Derecho». Y de lo que se trata es de otra cosa: de sacarle a Franco el último tributo en forma de victoria electoral.