Oscars, ay

José Francisco Sánchez Sánchez
Paco Sánchez EN LA CUERDA FLOJA

OPINIÓN

23 feb 2019 . Actualizado a las 09:43 h.

De pronto me he dado cuenta de que los Oscar ya no son lo que eran: continúan haciendo muchísimo ruido, siguen la ceremonia más millones de espectadores cada año, pero las obras premiadas ya no quedan, simplemente pasan. Querría que mañana por la noche le dieran la estatuilla a Roma, puro cine. Y al pensarlo, me pregunté qué película había ganado el año pasado. Curiosamente, no me acordaba y tuve que ir a mirar. Ya que estaba allí, seguí lista abajo y me ocurrió lo siguiente: apenas me sonaban una o dos cintas premiadas en el decenio del 2010, algunas más del decenio del 2000 y recordaba casi todas de ahí para atrás, porque me parecieron en su momento verdaderos peliculones. ¿Ustedes recuerdan cuál ganó el año pasado o el anterior? Si las recuerdan, culpa mía, que me estaré haciendo viejo. Si no las recuerdan, quizá esté pasando algo con los Oscar.

El instinto me lleva a pensar que hay factores en la Academia que priman sobre los estéticos. Cuando los criterios políticos o ideológicos se erigen como finalidad principal de la obra artística, la desnaturalizan y la destruyen. Algún poemario o alguna escultura pueden salvarse con los años, si el tiempo consigue despojar las obras de las adherencias oportunistas de su origen. Pero de ordinario y, como mucho, engrosan inventarios de arte efímero y manipulador, famoso en sus versiones fascistas y comunistas. Los documentales de Leni Riefenstahl para Hitler, por ejemplo.

No me extrañaría que la agobiante tiranía de la corrección política esté produciendo este triste encogimiento de los Oscar, porque me resisto a creer que hagamos peor cine ahora que hace dos décadas. Más bien, afirmaría sin miedo lo contrario.