Mitología

José Francisco Sánchez Sánchez
Paco Sánchez EN LA CUERDA FLOJA

OPINIÓN

26 ene 2019 . Actualizado a las 11:42 h.

Entre el catarro y las muchas cosas en la cabeza, me despisté y me metí por donde no era y, ¡qué maravilla!, apareció de repente el monte con las laderas repintadas por miles de brochazos amarillos: habían florecido los tojos. Me acordé de mi madre, que siempre se pone contentísima cuando advierte que roxean os toxos. Un poco más arriba, a media cuesta, se había instalado un arcoíris gigante. Nacía casi en el mismo lugar que el del día anterior: un eucaliptal muy cercano a la carretera, pero la vista apenas alcanzaba su otro extremo, que probablemente llegaba hasta el mar. De pequeño el arcoíris me producía asombro y temor, que son dos efectos muy conformes con la contemplación de la belleza. No sé si inventé alguna explicación protectora para el arcoíris. Los niños, como los hombres primitivos, inventan explicaciones muy sencillas, pero imposibles, para lo que no entienden. Así nacieron los mitos. Recuerdo cómo imaginaba el funcionamiento de correos, con sus tuberías subterráneas que llegaban a todo el mundo. O que para mí una tormenta seca, sin lluvia, pero con truenos y relámpagos, era señal de que andaba San José arando algún trozo de cielo y, al tropezar la reja con peñas o piedras grandes, producía truenos y chispas.

Pensaba en las explicaciones de Podemos o IU a lo de Venezuela, en las invocaciones al pueblo, a la democracia y a la libertad, cuando millones de personas se han tenido que ir de su tierra -¿qué reprobación mayor del gobierno puede darse?- y los que quedan están en la calle pidiendo, precisamente, democracia y libertad. Son explicaciones extravagantes, infantiles, vergonzosas y primitivas, más próximas a los mitos que a la realidad.