Brexit, de la solución al desastre

J.A. Faíña FIRMA INVITADA

OPINIÓN

07 jun 2019 . Actualizado a las 12:52 h.

La salida del Reino Unido de la UE podría tener una solución no costosa a la Suiza, un equilibrio de coste limitado (brexit blando) o un posible desastre al que parece llevarnos la situación actual.

 1. Solución a la Suiza.- El mercado único europeo curiosamente es una idea de raíces británicas realizada por la Administración Delors con la supresión de fronteras en 1992. El mercado único es posible fuera de la Unión. El espacio suizo está integrado en el mercado único europeo y sus normas se trasladan a Suiza con los acuerdos bilaterales Suiza-Unión Europea.

El tamaño y la impresionante significación cultural, histórica y política del Reino Unido se juntó con la añoranza de los viejos tiempos en un sector de opinión abiertamente contrario a negociar y armonizar decisiones con la UE. Desean conservar el mercado de bienes, pero rechazan negociar y armonizar normas permanentes de política comercial y mercados de servicios (donde todavía queda muchísimo por unificar) dentro de la UE.

2. El desastre posible.- «El Reino Unido puede salir de la Unión, pero no de Europa», según dijo Nichola Sturgeon, líder esocesa. La salida sin acuerdo implicaría el colapso de las prácticas comerciales actuales. Habría que montar fronteras, aduanas y sistemas de control.

El colapso del comercio, el golpe a cadenas de producción (value chains) formadas por numerosas pequeñas y grandes empresas a uno y otro lado del canal, el frenazo a los sectores de servicios, desde financieros hasta transporte y energía, y las barreras a la movilidad de personas configuran un panorama con efectos desoladores.

 En Galicia tendría importantes efectos sobre el acceso a aguas pesqueras, la comercialización de productos pesqueros, textiles, de automoción y otros. Pero lo peor serían los efectos de «segunda vuelta» por la pérdida de crecimiento y renta en el Reino Unido, en la UE y en el resto de España.

3. Riesgo deslizante.- La separación debe ser efectiva a plazo fijo (de momento 29 de marzo) y la posición estratégica de la UE configura una situación de riesgo deslizante. El juego ha evolucionado hacia un enfrentamiento de compromisos con dos equilibrios razonables: uno vence y otro cede o a la inversa.

Hay mucho que perder (más los británicos) y el riesgo de desastre aumenta conforme corre el tiempo sin que el Parlamento británico de su acuerdo a un tratado o paralice la salida de la UE (sin excluir un posible segundo referendo). La situación es de máxima incertidumbre y el choque, la salida abrupta, no es un equilibrio, sino un resultado irreversible que casi nadie querría.