Por libre

José Francisco Sánchez Sánchez
Paco Sánchez EN LA CUERDA FLOJA

OPINIÓN

15 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Acabo de leer un artículo delicioso en el que Alfonso Aguiló, actual presidente de CECE, anima a acoger las ideas nuevas con la misma consideración y delicadeza con la que se recibe en casa la visita de alguien al que tratamos poco o apenas conocemos. Alienta a que seamos capaces de atender esas ideas, de darles la oportunidad de que nos gusten, al menos en parte, sin rechazarlas de modo automático. Es decir, anima a pensar. Con tanto ruido, con tantos que nos gritan o nos timbran para reclamar nuestra atención, vivimos distraídos, envueltos en una falta de atención permanente que dificulta mucho pensar. Y no pensamos. Es una de las razones por las que triunfa lo políticamente correcto: porque no pensamos por cuenta propia, solo nos preocupa encajar o, al menos, no desentonar. Y entonces, claro, terminamos creyéndonos cualquier cosa, nosotros mismos somos el abono perfecto para la mentira, para todo eso que ahora llaman fake news y posverdad.

Aguiló recordaba un consejo que un viejo diablo daba al pobre diablo de su sobrino, un aprendiz de tentador en realidad, en el celebradísimo libro de C. S. Lewis. El diablo veterano -recuerda Aguiló- le recomienda que no se empeñe en tentar a los humanos sugiriéndoles ideas perversas, puesto que suele ser más eficaz distraerles para que no piensen demasiado. Le explica que la mayoría de los males del mundo no proceden de una maldad premeditada, sino de no haber tenido valor o sosiego suficientes para pensar. Sí, pensar requiere valor, y silencio, y soledad, y estarse quieto, y quedarse a solas con uno mismo. Pensar obliga y compromete. Si esto nos asusta, significa que tenemos miedo a ejercer nuestra propia libertad.

@pacosanchez