Ocurrencias de Sánchez

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

03 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Pedro Sánchez está demostrando que es -con mucho- el presidente del Gobierno más ocurrente con el que nos hemos encontrado. Cada día nos sorprende con una agudeza, y no parece que haya novedad que se le resista. Ante tal fluidez creativa, a mí ni siquiera se me ocurre entrar a descalificarlo, aunque en verdad no sé cómo calificar lo suyo. Porque nunca un presidente nuestro había expresado tan variadas ocurrencias. De Madrid a Valladolid ¡en avión! De España a Cuba, también en avión (y esta vez con razón). De Gibraltar a… de un tema a otro, sin acabar nunca de zanjarlos o dejándolos en meros anuncios. Ideas a borbotones que sorprenden y desconciertan, pero que demuestran su dedicación a todos los asuntos a la vez, no importa su rango. Iniciativas novedosas que nos asombran y que tienen una clara tendencia a quedarse en nada. Globos sonda que cruzan en el intento de alertarnos y seducirnos. No, no es fácil seguir a nuestro Sánchez. Ni siquiera sé si él es capaz de seguirse a sí mismo. Pero hay que reconocer que, en una oferta tan variada como la suya, no todas las ocurrencias pueden ser menospreciables.

Hay muchas que nunca se nos habían pasado por la cabeza, pero no por ello deben de ser ignoradas. Porque ya lo dice el refrán: «Donde menos se espera salta la liebre». Y la cuadra de liebres de Sánchez está muy bien surtida o es sencillamente inagotable. ¡Y todo ello con solo 84 diputados en el Congreso! Dios mío, ¿qué haría este hombre con una mayoría absoluta? Quien lea estas líneas se equivocará si se las toma a broma. Responden a una observación atenta y bien humorada de su modus operandi. Llevo años observándolo (como tantos españoles) y empiezo a salir de mi asombro. Sánchez no es un bicho raro, ni un cuatrero de la política, ni una mala persona. Es un político ambicioso que se exige mucho a sí mismo y que necesita de nuestros votos. Sin ellos -lo sabe-, nada de lo suyo se tendrá en pie y el circo de sus fantasías por España se vendrá abajo. No es tan difícil entenderlo. Solo quiere compartir un sueño y para ello necesita seducirnos. Y en ello está. Desaforadamente. Fatigando las ocurrencias.