La boda

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

El fotógrafo Peter Lindbergh hizo la fotografía oficial del enlace entre Marta Ortega y Carlos Torretta
El fotógrafo Peter Lindbergh hizo la fotografía oficial del enlace entre Marta Ortega y Carlos Torretta Peter Lindbergh

26 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

En el siglo XVII todo evento socialmente relevante se festejaba en la corte con fastuosos vestidos, obras de Lope y fiestas de toros y cañas. Cualquier acontecimiento real era motivo de un fiestón: alumbramientos, desposorios, victorias y viáticos eran la admiración del pueblo llano.

Muchas cabezas cortadas después y gracias al comercio como explica muy bien Antonio Escohotado en su monumental obra Los enemigos del comercio, conseguimos ser libres y vivir de nuestras habilidades. Una vez redimidos, adoptamos y adaptamos los usos y maneras de la nobleza a nuestras vidas y nos volvimos todos cortesanos. Amortecidos los nobles de sangre, la sociedad democrática produjo su propia nobleza no por vía de la cuna sino del éxito comercial.

Los grandes magnates, políticos, artistas y comerciantes triunfadores vinieron a sustituir el espejo dónde nos mirábamos el común de la gente que empezó a consumir con voracidad prensa, televisión y redes sociales del corazón para ver cómo celebra sus eventos la nueva famocracia. La mayoría de esta nueva élite es gente arrogante y ruidosa que gusta de montar sus fiestas en castillos medievales, islas exóticas, escenarios inverosímiles y asistentes de relumbrón que resaltan el escaparate de su éxito social. Cantan y bailan temas de moda y comen y beben cosas imposibles para el resto.

No quiero acordarme de bodas como la de Donald Trump, Brat Pitt o Aznar , ni los bautizos de las fértiles monarquías nórdicas, los enlaces de la apolillada monarquía inglesa o los fastos del chiringuito monegasco. Esta semana hemos asistido a la fiesta del enlace de Marta Ortega que equivaldría a los desposorios de una Zarina del siglo XVIII; todo el mundo compró el Hola escudriñando la fiesta y las tendencias que marca tan grande estandarte del siglo XXI.

Como españoles que somos siempre habrá críticos, pero el resto del mundo valorará el mensaje que supone que una de las mayores fortunas de nuestro tiempo se case en su casa, en su pueblo, con su gente y sin nadie que cobre un bolo para adornar la celebración. Valoraran que pudiendo forrar el espacio con mármol de Macael, maderas de oriente o efectos especiales, apostaron por la originalidad de un bosque. Pensarán cómo pudiendo deslumbrar con caldos y viandas paranormales, eligió vino y productos de su tierra, y cómo pasaron de Beyoncé o Lady Gaga apostando por una calidad clásica y fuera de modas.

La boda de Marta Ortega fue un ejemplo de discreción, de elegancia a todos los niveles y de mesura; una actitud que cuestiona muchos aires de grandeza exhibicionista a mucho cortesano hortera que pulula por el mundo.

Ortega dio un ejemplo de moderación y puso A Coruña en el mapa una vez más.

Enhorabuena.