Elogio de la interioridad

OPINIÓN

04 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La ética está más maltratada que nunca. No solo porque esté en boca de los políticos con una profusión sin igual y veamos que del dicho al hecho va un trecho, que mienten como cosacos sin rubor. Tampoco ayuda a tener la moral alta la conducta de algunos profesores universitarios, fiscales y jueces, que han traicionado su condición profesional. Qué decir de las opciones políticas que venían a limpiar la casta y la caspa y vemos que son más de lo mismo, como ocurre, por ejemplo, en A Coruña con el tema de la anulación de la compra de pisos. ¿Qué hacer ante este panorama? ¿Nos lo merecemos? ¿Somos sufridores pasivos o cómplices, por acción y omisión?

Vivimos en una sociedad que propicia los sentimientos de agresividad. Por la calle vamos abrumados, arrollando y estorbando, sin mirar si molestamos, seamos peatones o conductores, ciclistas incluidos. Parece que solo encontramos la felicidad en la acumulación de experiencias. La prisa alimenta la banalidad, el ruido estorba la conversación serena, las ansias narcisistas de poder lo invaden todo. Así es imposible la ética. Necesitamos volver a lo esencial, recuperar nuestra interioridad.