Animales

Javier Armesto Andrés
Javier Armesto CRÓNICAS DEL GRAFENO

OPINIÓN

04 oct 2018 . Actualizado a las 08:29 h.

Como hoy es el Día Mundial de los Animales vamos a hablar de esas simpáticas mascotas con las que compartimos el día a día y nuestro espacio vital (algunos incluso duermen con ellas o les dan besos en la boca a sus chuchos) y que ahora quieren meternos hasta en el curro. El mundo tecnológico hace tiempo que se dio cuenta de que ahí había un nicho de mercado muy bueno y así surgieron todo tipo de iniciativas pet friendly, como aspiradoras especiales para recoger el pelo que sueltan los bichos o cámaras de vigilancia para que sus amos puedan verlos cuando no están en casa. 

El año pasado, una empresa dedicada al entretenimiento de los animales de compañía, Tomofun, lanzó un dispositivo para perros conectado a Internet que lanza galletas y permite jugar con ellos en remoto. Con forma de cilindro y bautizado como Furbo, solo hay que añadir las golosinas preferidas del can y su dueño, a través de una app móvil, pulsa un botón y salen disparadas al aire, pudiendo ver cómo la mascota salta para atraparlas y comérselas. Incluye una cámara para hacer fotos y vídeos y compartirlos en las redes sociales (¿por qué nuestro perro no va a tener su propio Instagram?), un detector de ladridos y un sistema luminoso adaptado a las capacidades visuales del animal que le avisa de que su dueño se va a comunicar con él.

«La tecnología para los animales de compañía es una industria emergente», explica Victor Chang, CEO de Tomofun. La idea, añade, es «estar en contacto con nuestro pequeño amigo desde el lugar de trabajo o cada vez que salgamos». Pero hay quienes no se conforman con esto y ahora quieren que los perros y otras mascotas puedan entrar en la oficina, alegando mayor rendimiento y productividad, mayor «inspiración» y menor estrés.

Lo siento, pero no. Me da igual que sea una práctica habitual en los países nórdicos (también lo es dejar a los bebés en su cochecito fuera del bar mientras sus padres están tomando unas copas...). Nos estamos pasando. Uno de los síntomas de la involución humana es ver al dueño de un perro recogiendo sus deposiciones en una bolsa (por supuesto, tiene que hacerlo, aunque no deja de ser humillante). Si algunos creen que el mejor lugar para un animal es una jaula, una pecera o un piso, muy bien; pero ellos en su casa y yo en la mía.