Un insulto a la inteligencia

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

22 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Carlo Rizzi era un ser despreciable. Por eso Sonny Corleone le partió la cara. Se casó con Connie poco tiempo después de conocerla en una fiesta de cumpleaños organizada en homenaje a don Vito, pero en la familia nunca lo vieron con buenos ojos y por ello solo le confiaron el control de una casa de apuestas en el este de Manhattan. Emilio Berzini lo usó para tenderle una trampa a Sonny y asesinarlo. Pero los Corleone no perdonan. Y Michael, que fue el más grande de todos ellos, tomó venganza.

Ya se habrá dado cuenta usted de que estoy escribiendo de la novela de Mario Puzzo, El padrino. Y de la película de F. F. Coppola El Michael Corleone que interpreta mi adorado Al Pacino es supremo. Él, circunspecto y grave, le suelta a Carlo: «No digas que eres inocente, porque es un insulto a mi inteligencia y eso no me divierte». Ni a mí. Lo que está sucediendo en A Coruña y en España es un insulto a la inteligencia, sin duda. En A Coruña, el asunto de los pisos. En España, el rostro marmóreo de un presidente del Gobierno que ya es el hazmerreír de la clase académica española. Porque el problema real de la tesis y del artículo de Sánchez no es lo que es (unos textos académicos fraudulentos) sino que pretenden desde ciertas instancias del poder y sus voceros, tantos, llamarnos idiotas al resto de la ciudadanía. A algunos sin duda podrán engañarlos. A la mayoría, no. Cualquiera que escuchase a Lastra decir, con absoluta frivolidad, que no es plagio copiar «trescientas o quinientas palabras» le caerá la cara de vergüenza. Tanta ligereza nadie podría imaginarla en un partido que ha sido el que más tiempo ha gobernado la España democrática. Es la levedad insuperable. La futilidad y la intrascendencia. La trivialidad no puede habitar en aquellos que están dirigiendo la Administración.

Pero si la veleidad es el motor del PSOE, qué decir de En Marea. Reclaman viviendas sociales. Y yo también. Dicen que la verdad va en contra de ellas. Y es mentira. La verdad, que nada tiene que ver con la idoneidad de las viviendas sociales, es que le han comprado dos pisos a un próximo. A un asesor de Ada Colau. A un firmante fundador de En Marea. A un colega, entendámonos. Sin embargo algo tienen determinados «discursos sociales» que son capaces de pretender mudar lo esencial, o sea, manipular la realidad. Y eso, en definitiva, es insultar la inteligencia. Eso de lo que hablaba Michael Corleone mirando a Carlo Rizzi. O sea, y en román paladino, que no nos tomen por tontos. Porque ya era eso lo que nos faltaba. Ni Sánchez puede continuar un día más en la Moncloa, por tramposo, ni es sostenible que en A Coruña nadie haya dimitido a estas alturas. Insultar la inteligencia es burlarse de la ciudadanía. Ni más ni menos.