No habían pasado ni 24 horas desde el accidente de O Marisquiño cuando los nubarrones negros que amenazaban Vigo desde el domingo por la noche se tornaron tormenta. Tormenta entre el concello de Caballero y el puerto de López Veiga, pelea, en definitiva, entre el PSOE y el PP. La razón de fondo: nadie quiere asumir la responsabilidad de un hundimiento que pudo convertir la del domingo en una noche trágica y que, por suerte, la dejó reducida a una fiesta coronada con un gran susto.
Estos no son días para que los políticos asuman el protagonismo, que nada tiene que ver con dar la cara. Ahora es el momento de cuidar a las víctimas y de reconfortar a las familias afectadas. También de reparar todo tipo de daños materiales derivados del accidente.
Pero, sobre todo, es momento de ver qué pasó y por qué pasó. Y es fundamental investigar si un accidente similar puede repetirse y dónde, repasar y reparar todas las obras de la misma época, de la misma zona, de tomar las medidas necesarias para que los vecinos de Vigo no se lleven un susto similar o, lo que es peor, un gran disgusto.
Tiempo habrá de dirimir responsabilidades, de decidir quién es el culpable y de asumir las consecuencias. Pero todo en su debido momento. No vaya a ser que con las prisas que ya empieza a provocar el hecho de divisar las elecciones en el horizonte, a menos de un año vista, nuestros políticos se vayan a perder en peleas vacías, únicamente guiadas por intereses partidistas y por la búsqueda del voto, y finalmente dejen la casa sin barrer a fondo.