Becas y matrículas

Sara Carreira Piñeiro
Sara Carreira NI UN PASO ATRÁS

OPINIÓN

Pruebas de selectividad en Santiago de Compostela
Pruebas de selectividad en Santiago de Compostela PACO RODRÍGUEZ

09 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Esta semana se abrirá el plazo para solicitar las becas universitarias del Ministerio de Educación y Formación Profesional. Un año más, sin los cambios anunciados (que no concretados) por la ministra Isabel Celaá, una familia de cuatro miembros que ingresa 39.000 euros pagará de matrícula lo mismo que otra que gane 80.000, y las dos estarán exentas de cualquier ayuda.

El sistema de matrículas y becas en España tiene algunos fallos clamorosos. El más grave es que el primer ingreso parcial se hace como pronto en diciembre, lo que lleva a una a preguntarse con qué dinero una familia de poca renta (estamos hablando de una casa de cuatro personas que ingresa en conjunto menos de 14.000 euros al año) paga el piso del hijo o hija, con su fianza y traslado, y lo mantiene el primer trimestre; porque aunque tenga plaza en una residencia pública, cualquier movimiento es dinero (las tasas de la selectividad, sin ir más lejos). El segundo fallo es que las cuantías no son excesivamente altas en ningún caso, sobre todo si el alumno tiene que vivir fuera de casa, y eso es relativamente frecuente para la gente del rural (que a su vez son los de menores ingresos). Y, como herencia de Wert y su neoliberalismo, se premia a los buenos alumnos con poca renta, lo que es casi inexistente y apuntala la idea de que solo los pobres listos tienen opciones, mientras que los normales se fastidian por ser pobres.

Finalmente, las becas igualan las economías a partir de los casi 39.000 euros (o su proporción en función del tamaño del hogar) cuando no es ni remotamente parecido ganar esa cantidad o pasar de 80.000 euros al año. En Galicia, con matrículas anuales que van de 600 a 1.200 euros aproximadamente, una familia donde la pareja tenga un sueldo aceptable paga menos de universidad que de bachillerato privado (que cuesta como mínimo 2.500 euros por curso). No hay gradación en este asunto.

El resultado es que el sistema público sobrevive con más voluntad que dinero mientras la gente que gana seis cifras opta por la universidad privada, con mejor dotación y menos congestión.