De las mareas vivas a la bajamar

Xose Carlos Caneiro
xosé carlos caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

06 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Una de las novelas más breves y extrañas del maestro Thomas Bernhard es Amras. La publicó Alianza Editorial, que nos suministró una biblioteca de bolsillo soberbia. Son objetos amables, que te acostumbras a ellos como si fuesen una prolongación del propio cuerpo. Una maravilla como concepto físico; pero, sobre todo, en sus contenidos. No quiero prolongarme en elogios a la colección que tanto amo, no sea que no me llegue el espacio para hablar del estado de la mar: muy baja.

¿Y qué tienen que ver Bernhard y la mar? Escribo la frase que se lee en la contracapa del libro citado: «De la mano de un superviviente de un suicidio colectivo, último miembro de una rama que, sumida en la ruina, la decadencia (...) se asoma a la extinción». Etcétera. Vienen entonces a mi caletre las palabras con las que Florentino Cuevillas definió a Galicia: somos un país con instinto suicida. Así ha sido siempre. Y siempre será. Esa ansia de autodestrucción, que se anuncia cada verano en nuestros montes, no es ajena a la política. Aquí hemos vivido el encierro de cinco diputados del PP en un piso, las trifulcas de la UPG con el resto de nacionalistas, los rencores perpetuos entre facciones del PSOE y, como no podía ser de otro modo, vislumbramos ahora el cainismo esencial en las filas de los más recientes: En Marea. Se llevan mal. O mejor, ni se llevan.

Si uno repasa lo que han dicho los unos de los otros, encuentra argumentos para un mínimo ensayo sobre el odio. En Marea semejaba una epifanía próspera de justicia y democracia, pero se quedó en la imagen de una diputada diciendo algo parecido al rancio «usted no sabe con quién está hablando».

En Marea venía a revolucionar el galleguismo, pero sus diputados levantan la mano a lo que dicta un mesías vallecano. En Marea era el no va más, y se quedó en no va menos.

Ya señalé en otra columna que no me creo la encuesta del CIS de la pasada semana. Yo de los socialistas no me creo nada. Pero sí parece evidente que las expectativas de la marea gallega se han reducido. Y mucho. Por eso los socialistas gallegos semejan felices.

Nuestro periódico titulaba una página del domingo: «La caída de En Marea da oxígeno al PSdeG». Aunque bien podría titular: El ascenso del PSOE hunde a En Marea.

Pero no aprenden. Ignoran, igual que sigue ignorando el BNG, que el socialismo galaico se alimenta de ellos. Es una labor parasitaria perfecta. Pero no aprenden, reitero. Hasta han aplaudido y votado la moción de censura que los va a hundir. Que los está hundiendo. Porque el problema real de En Marea no es que entre ellos se lleven a matar. Es, sencillamente, que el PSOE se los engulle.

Y si a esto unimos lo bien que lo están haciendo en las alcaldías de Santiago, A Coruña y Ferrol, llegamos al principio de la columna: una rama sumida en la ruina y la decadencia. De las mareas vivas a la bajamar. Es un destino.