Una contra 200 millones

Rafael Arriaza
RAFAEL ARRIAZA LÍNEA ABIERTA

OPINIÓN

06 ago 2018 . Actualizado a las 08:12 h.

Si pensamos en una situación en la que un pequeño grupo (digamos que unas 7.000 personas) sea capaz de superar a una ingente multitud (pongamos unos 200 millones de personas), probablemente lo primero que nos viene a la cabeza es la hazaña de la Batalla de las Termópilas y los 300. Si encima esa hazaña tiene lugar en casa de la mayoría de esa multitud, enviando a una heroína a derrotar a las representantes locales, podremos entender lo que Carolina Marín logró este fin de semana en el Campeonato del Mundo de Bádminton. Bien aderezado, daría para una película. Reconozco que por motivos afectivos -mi hijo mayor es uno de los 7.000 irreductibles- y deportivos -es uno de los deportes más duros física y técnicamente debajo de ese engañoso aspecto de facilito- le tengo mucho cariño y admiración al bádminton. Es un deporte que tiene raigambre en Galicia: entró en España a través de Vigo en 1971 y los gallegos -especialmente los coruñeses del Club del Mar- fueron dominadores en la escena nacional hasta mediados de los 80. Entonces cedieron el trono a Andalucía, de donde a la postre salió Carolina. Y para los amantes de las anécdotas, A Estrada es uno de los pocos lugares del mundo en el que hay una escultura que representa una pluma de bádminton, y su club sigue dando miembros al equipo español. Bajo su apariencia de juego inocente se esconde uno de los deportes más exigentes que uno puede practicar. La velocidad de la pluma en un remate supera los 330 Km/h, lo que lo convierte en el deporte de raqueta más rápido del mundo. Es cierto que la pluma se frena rápidamente, pero en la corta distancia de la pista es un verdadero misil casi invisible. Es muy anaeróbico y el tiempo de juego real (más del 50 %, que en los partidos de Carolina es incluso mayor) muy alto, lo que convierte la exigencia metabólica para generar energía en una verdadera tortura.

Hasta que uno no entra en una tienda de deportes de China, India, Singapur o Indonesia, no es fácil entender lo que el bádminton supone en esos países. Ver paredes llenas de anaqueles con raquetas de diferentes características, flexibilidad, peso, reactividad… cuando aquí era difícil encontrar más de 3 o 4 modelos, y después comprobar cómo en los periódicos generalistas al menos la mitad de las páginas de deportes se dedican al bádminton fue una gran sorpresa para mí. Se trata del segundo deporte en pista cubierta más practicado del mundo, y uno de los menos practicados en España. Hasta ahora, la hegemonía absoluta pertenecía a los asiáticos, con la aparición ocasional de algún danés superdotado. Pero nadie, hasta ahora, había hecho lo que Carolina Marín: tres oros en campeonatos del Mundo y otro en unos Juegos Olímpicos es absolutamente estratosférico. Una entre 200 millones. ¿De dónde ha salido esta chica? Verla sentada entre sus rodillas, como hace siempre después de lograr el último punto, lanzando su grito de guerra en el Olimpo del bádminton chino, ha sido épico. La mejor de la historia de este deporte, y uno de los iconos del deporte español. Ojalá encuentre sucesores, tanto entre las chicas como entre los chicos, y podamos ver a una Armada española como la que se generó en el tenis.