¿Agosto?

Ramón Pernas
Ramón Pernas NORDÉS

OPINIÓN

04 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Se fue julio medio avergonzado por un agujero que encontró despejado entre las nubes y los claros que lo han tenido cautivo todo el mes. Evitando que dejara retratada la postal de un verano que no ha sido. Se fue alargando la primavera entre la esperanza de los calores del estío, que no han estado ni se les ha esperado. Y agonizó entre isobaras que anunciaban la llegada con agosto de una ola de calor africano que mas bien parece un anuncio gubernamental para incentivar el turismo que este año anda un poco alicaído. Agosto es el mes mas corto del año, un visto y no visto especialmente aguardado, que corre vertiginoso hacia septiembre, los días parecen contarse de dos en dos. Agosto es un espejismo, una trampa, la gran mentira anual que alarga las vísperas para iniciar unas fugaces vacaciones por mas que duren treinta días. Es el mes en que se reivindica la magia de los pueblos propios y ajenos, cuando se vacían las ciudades de personas y de automóviles y se instalan prisas playeras que no van mas allá del chiringuito.

Agosto siempre llega tarde, nunca está en la lista, en el calendario, después de mayo, y julio se escaqueó no cumpliendo con su compromiso de ser el pórtico anual cuando el verano se consolida. El anticiclón de las Azores estuvo desnortado, o mas bien anortado, regalándole a Suecia y Dinamarca temperaturas que en la edad media parecerían obra del maligno. Los treinta grados de Estocolmo o Copenhague mantenidos a lo largo de varias semanas, pusieron el acento que faltaba al cambio climático. Y Galicia como en otras muchas cosas, quedó una vez mas a trasmano. Prevaleció la Galicia de manga larga, suéter y chubasquero, en la que se instalaron nubes bajas y tormentas, cielos oscuros y grises permanentes, pero ya estamos salvados porque por arte de birlibirloque amaneció un agosto de máximas temperaturas, de un aperitivo de un corta semana para que no nos acostumbremos antes de volver a las andadas. Llegó agosto con su carro de fiestas mayores y verbenas por doquier, de fiestas gastronómicas como si el país fuera un catalogo de hambres perpetuas, llegó agosto entre alabanza de aldea y menosprecio de corte, entre días del patrón, y esa bisagra del quince en la que Galicia es una romería interminable.

Pero nos quedan las noches amables esperando en una terraza como se ahogan las perseidas de San Lorenzo, las estrellas fugaces en la mar, mientras tras el segundo gin-tonic nos hacemos la pregunta sin respuesta de que si agosto era esto. Que lo disfruten, que ya llegará el invierno. ¿Agosto?