El Ibex 35 no podía continuar con el monotema de la corrupción política asociado a sus empresas, el PP de Rajoy estaba costando crédito, prestigio y negocio, una situación imposible después de la sentencia del caso Gürtel. Eliminar a Rajoy resultó ser el interés de todos y apareció el Gobierno de Pedro Sánchez como caído del cielo. El marco del diálogo con Cataluña vino impuesto por el cambio de Ejecutivo, no hubo que construirlo porque movilizaba inversiones, financiaba, restablecía convenios y lo exigían la sociedad, las empresas, las administraciones y los representantes públicos: todo el mundo, incluida la mayoría de las personas de identidad nacional catalana. Porque lo cierto es que ERC se ha marchado hacia el umbral del 25% en tres encuestas bajo el marco del diálogo, mientras que la frontalidad unilateralista de Carles Puigdemont ha propiciado la caída de su formación política por debajo del 20%.
«Hablar de todo»; ha sido un abrir las compuertas y acompañar a la sociedad, porque está desbordando el orden institucional en Cataluña y en España. Un diálogo que puede propiciar la materialización temprana de un gran cambio cultural, el que cristaliza en otra comprensión de España que es plurinacional. Y ahí, el aprecio y la convivencia como conquista para un gran salto cualitativo, el que materializa la potencia latente de este reencuentro. Esta es la posición política de quien propició la moción de censura a Rajoy, Marta Pascal, la ex coordinadora y senadora del PDECat que se enfrentó a Carles Puigdemont y, como Pedro Sánchez, ganó perdiendo.
Quien perdió perdiendo fue la preferida de los votantes del PP, Soraya Sáenz de Santamaría, lo que añade un plus de confusión a la victoria de Pablo Casado en el congreso de su partido. La pretensión del nuevo presidente del PP es hacerse con la etiqueta neocon y por esto la exhibición de valores conservadores en su campaña, pero ese espacio está ocupado por Ciudadanos por la de la incompetencia electoral del sistema mediático de los lados. Tal sistema nos ha explicado, durante años, que Ciudadanos es un invento del Ibex 35, los neoliberales del libre comercio y la privatización de todo, un márketing gratuito que ha ensanchado la representatividad de este partido desde la etiqueta liberal, donde no está Pablo Casado, hasta la raya donde empieza el espacio antisistema equivalente al de Le Pen en Francia. A ver qué hace Casado con Franco, porque ahí ya está VOX con un discurso claro, un partido que elimina las comunidades autónomas. Ganó Pablo Casado, pero lo hizo mediante un pacto de perdedores con María Dolores de Cospedal, por expresar lo sucedido con sus propias palabras. Ganó perdiendo frente a Soraya Sáenz de Santamaría, la preferida de los militantes y los votantes del PP, y lo hizo, en todo caso, por la renuncia de Alberto Núñez Feijoo. Quien es capaz de ganar en nuestros días con el 48% de los votos validos, viene a ser como Messi y Ronaldo juntos. Si no se puso la camiseta es porque comprendió que el Partido Popular ya no puede ganar en España.