La pieza cobrada y no revelada de Torra

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

Andreu Dalmau | efe

11 jul 2018 . Actualizado a las 09:16 h.

¡La de vueltas que da la vida! A primera hora de la mañana de ayer, el señor Torra traducía al catalán en Catalunya Radio su conversación con Pedro Sánchez y expresaba esta esperanza: que Sánchez adopte decisiones sobre la judicialización del procés. Pocas horas después, el juez Pablo Llarena dejaba sin voto a Puigdemont y a otros cinco diputados procesados por rebelión. ¿Era una respuesta de Llarena a la esperanza de Torra? No lo parece: la Justicia no actúa así. Fue una casualidad en el tiempo, y las casualidades, como las armas, las carga el diablo.

Torra venía a decir que el Gobierno tiene entes que pueden intervenir en el freno a la judicialización y citaba a la Fiscalía General del Estado, a la Delegación del Gobierno, al Tribunal de Cuentas y a la Abogacía del Estado. Si el señor Torra lo decía así, parece razonable que lo hubiera hablado en Moncloa y que hubiera obtenido alguna promesa en ese sentido. Y ahí vuelven las casualidades: según La Vanguardia, la nueva Fiscal General, María José Segarra, no descarta que se cambie la posición de la Fiscalía y «en fechas próximas» los fiscales estudiarán si mantienen la acusación de rebelión. Parece, y perdonen el mal pensamiento, que «los entes que pueden intervenir» se disponen a hacerlo.

Si la acusación de rebelión cae, ya tenemos un terremoto político-judicial. Cambiaría el sentido de la euroorden, los diputados cesados volverían a tener voto, la judicialización del procés bajaría algunos grados, Llarena quedaría como el malo de esta película y Torra habría demostrado cuánta razón tenía para estar tan satisfecho de la conversación con Sánchez: habría obtenido bastante más de lo que dijo e infinitamente más de lo que dijo la vicepresidenta Carmen Calvo. Salvo que se trate, insisto, de meras casualidades, de la misa Sánchez-Torra no sabemos ni la media. La tenemos que ir descubriendo a base de atar cabos y de sumar hechos y revelaciones aisladas.

Digamos en disculpa de los protagonistas que ningún gobernante es tan torpe como para admitir que ha influido en la Fiscalía del Estado. Si hay algún secreto en la vida pública, gobierne quien gobierne, es el que afecta al circuito de informaciones y órdenes entre gobierno y Fiscalía. Pero recordemos lo que decía Leopoldo Calvo Sotelo: «En política, lo que parece, es». Y lo que ahora parece es que se han producido o se van a producir «decisiones de Sánchez sobre la judicialización del procés». Si así fuese, lo celebro por los procesados, pero me dispongo a una oración fúnebre por la división de poderes. Existe en el ámbito de jueces, pero es débil y manejable en «los entes dependientes del Gobierno». Veremos si por lo menos contribuye a la desinflamación.