Aquí nos encontraremos

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

03 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay dos signos infalibles de que el peligro acecha: cuando en una fiesta la gente empieza a bailar la conga y cuando los políticos redundan en coletillas. Cuando suenan clarines del tipo «como no podría ser de otra manera», «de lecciones de democracia ustedes a nosotros, nada» o «aquí nos encontraremos». Hay un cierto efecto cardumen en los grupos humanos en el que basta que un pez anodino dé un giro brusco para que todo el cardumen haga lo mismo al instante. En la moción de censura ha pasado algo así, el pez de San Pedro dio un giro rápido y la mayoría del cardumen se fue con el. En un instante se consigue lo que muchos llevaban años intentando, desalojar del territorio dominante al cirrípedo Rajoy y toda su corte de moluscos parduzcos. Cuando el cardumen cambia de dirección se fía ciegamente del pez señal, de modo que puede llevar a todo el pelotón hacia fértiles pastos o directos contra el muro del acuario. Nosotros hacemos algo parecido, en las fases evolutivas de los grupos terapéuticos se da la llamada fase de encantamiento grupal en la que el individuo se identifica plenamente con el grupo, un grupo que acoge todo y todo lo puede. Esta fase evolutiva se acompaña siempre de sentimientos de solidaridad, entusiasmo, fortaleza, amistad... y hay que aprovecharlas porque son los períodos de mayor crecimiento y madurez. En estas fases el grupo se comporta como un cardumen, todo el grupo es un individuo y se mueven a la vez. La señal la dan los «aquí me encontrará, señoría». Es el momento oportuno para sentar en la mesa a Quim Torra y al presidente del Gobierno de España y que comiencen los arreglos antes que los saludos protocolarios del próximo combate. Es una breve pausa que no se puede desaprovechar, es cuestión de meses que se cumpla la profecía auto cumplida del «aquí me va usted a encontrar, señoría», para pasarlo bien o para darnos de bofetadas.

Vivimos a la deriva entre un principio de deseo y otro de realidad, nos agarramos al tablón del deseo como lapas hasta que nos damos cuenta que ese no es, que esa es la realidad, y vuelta a cambiar de tabla una y otra vez. Ahora estamos enganchados al deseo de un cambio y esperemos no habernos equivocado de tabla. El pez Sánchez hace honor a su nombre (piedra), porque es un tipo rocoso, buen fajador, resistente y hasta hace poco teñido de la ingenuidad que tienen los guapos. Buenas cualidades para acudir al encuentro con sus señorías. Suerte.