Ojos y miradas

OPINIÓN

18 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Fascinas, es una palabra latina que significa encanto, también seducción, magnetismo, absorción o hechizo apelan a lo mismo, a la capacidad de la mente para entrar en un estado de impregnación que ha cuajado incluso en fórmulas de cortesía tales como «encantado de conocerle».

Estar fascinado es tener cautiva la mirada. Podemos caer fascinados con muchas cosas: la belleza o el espanto, una idea o un pensamiento.

El ojo es al mismo tiempo una lente y un espejo que nos sirve para mirar y para ver si alguien nos mira. Es tan fácil caer fascinado ante un nuevo descubrimiento como con nuestra propia imagen, que se lo digan a Narciso.

Hay quien mira y quien es mirado. Y existe un goce diferente según qué posición se elija. El placer de voyeur es distinto al del exhibicionista. El ser humano -decía Freud- posee una pulsión escópica que le procura un goce en el mirar al otro, es ese mirar a través de la cerradura que en estos tiempos se ha sustituido por el Instagram, el Facebook, los reality shows y demás cerraduras que permiten mirar al prójimo en los aspectos más cotidianos e íntimos de su vida. Como todo lo que tiene que ver con los instintos humanos, sobre el placer escópico también se ha desarrollado un próspero negocio y una legión de adictos.

Igual que en ciertas prácticas eróticas consistentes en vendar los ojos al partenaire para dejarlo a merced del mirador en una especie de juego de presas y depredadores, este nuevo/viejo erotismo se está desarrollando a través de las redes sociales.

Se trata de mirar al otro, lo que hace o lo que dice, sin ser vistos o agazapados tras un seudónimo más o menos ingenioso y poder criticarlo, acosarlo, denigrarlo, amenazarlo o calumniarlo sin más criterio que la fascinación del escándalo que produce alguien que expresa unas ideas contrarias a las de uno. Ideas propias que también fascinan a quien las posee.

Proliferan así un montón de pajilleros, matones, masoquistas e inquisidores del tuit que gozan mirando, siendo mirados y generando algaradas anónimas enmascaradas en una especie de orgía Eyes wide shut de Kubrick vía wifi.

Decía el genio esquivo de Miguel Delibes que su querencia por la vida apartada en el campo lo era por los espacios amplios y solitarios, que el mundo actual le asfixiaba porque se sentía apretujado, oprimido por la cantidad de críticos, aduladores, ofensores e ignorantes que lo acosaban desde todos los medios.

Quevedo se fue de Madrid porque no soportaba una villa donde en cada esquina «hay cuatro mil poetas». !Que no diría actualmente de los millones de iracundos filósofos instantáneos que vomitan su frivolidad a golpe tuit!