De lo visible y lo invisible

Beatriz Pallas ENCADENADOS

OPINIÓN

11 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Ana Rosa Quintana le había anunciado a Rajoy que no iría a la huelga, pero el programa que lleva su nombre no se emitió en el Día de la Mujer. Su ausencia y la de las otras «reinas de la mañana», esa franja que la televisión reserva para el perfil femenino, acabaron de espolear y de dar visibilidad oficial a un paro organizado en tiempo récord y cuyo éxito solo se puede explicar por la urgente necesidad de empezar a equilibrar la balanza que sienten millones de personas.

A lo largo del día, la televisión se quedó casi vacía de mujeres, tanto de aquellas que aparecen en pantalla como de esas otras que realizan los trabajos invisibles. Llegada la noche, los reyes masculinos del prime time salieron a dar la cara peor maquillados que de costumbre y con los chistes en servicios mínimos. Buenafuente, menos acicalado de lo habitual, reclamó que sin igualdad real la sociedad será peor. Un Wyoming solitario, despeinado y despistado echaba de menos a la mujer que maneja ese artefacto que le permite leer su guion mirando a cámara, de modo que revivió los tiempos en que los locutores tenían que hablar bajando la vista a un puñado de folios. Él fue el más sincero al admitir que sí, que todo el mundo es un poco machista, aunque, como en los videojuegos, hay quienes se han pasado muchas pantallas.