La señora Maisel

Beatriz Pallas ENCADENADOS

OPINIÓN

07 mar 2018 . Actualizado a las 07:51 h.

Midge Maisel es uno de los personajes más genuinos de las series recientes. En una ambientación que evoca a Mad men y al Nueva York de los años 50, su existencia permite observar con una sonrisa el lastre que suponía el prototipo de perfecta ama de casa en la clase acomodada. Apoyándose en diálogos ágiles que llevan la impronta de Amy Sherman-Palladino, creadora de Las chicas Gilmore, la comedia La maravillosa señora Maisel es la historia de una mujer educada para ser madre y esposa abnegada, que un día se encuentra buscando su lugar en un mundo de hombres. Su vocación es ser monologuista tipo club de la comedia, pero ella no lo sabe. Sus padres invirtieron en una universidad cara para que encontrara un marido como Joel, perfecto proveedor de bienestar. En complacerlo no escatima esfuerzos ni entusiasmo. Espera a que él se duerma para ponerse los rulos y una gruesa capa de crema y, al amanecer, se maquilla de nuevo antes de que él despierte. También se mide a diario tobillos, muslos y caderas para mantenerse en las medidas del día de su boda. Y soborna con su asado casero a la dueña del Gaslight Cafe para que Joel cumpla su sueño de convertirse en un cómico mediocre.

Pero la mejor versión de Midge Maisel llega el día en que su marido la abandona. Borracha y en camisón, regresa al bar para recuperar su valiosa fuente de horno. Coge el micrófono y descubre que su vida acaba de empezar.