La teoría de las brechas sociales

OPINIÓN

JOSE PARDO

28 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La percepción de los españoles sobre la situación social, según la encuesta del CIS, no mejora en los últimos años. Destacan, a mi juicio y al de otros expertos, cuatro brechas transversales. La primera hace referencia a la brecha generacional. Aquella que delimita una diferencia entre los jóvenes y los mayores. Se manifiesta al comparar los niveles de renta o las propias percepciones de la realidad. La renta media por persona de los jóvenes ha descendido un 9 %; en tanto que la de los mayores de 65 años, se ha incrementado un 14 %. Las tasas de paro de los jóvenes se aproximan al 40 %, muy por encima de las contabilizadas por los mayores; y las percepciones de los jóvenes respecto a si están siendo excluidos o marginados de la vida social y económica tras la crisis es muy elevada, cerca del 80%, según el Eurobarómetro.

La segunda brecha es la que hace mención al género. El desempleo es mayor entre las mujeres (18 %) que entre los hombres (16 %). Las tasas de actividad son menores en el caso de las mujeres que en los hombres (diez puntos de diferencia). Del mismo modo, las condiciones laborales de las mujeres suelen ser peores que la de los hombres, ya sean en términos de temporalidad, requisitos o salarios.

La tercera brecha es la que atañe a los salarios y a la riqueza. En España existe una diferencia notable tanto en las retribuciones salariales (el 22 % de la población está por debajo del umbral de la pobreza) como en el porcentaje de ricos en el país. Esto es, la reducción de la pobreza no está siendo simétrica a la recuperación económica; y nos estamos enquistando con concentrar numerosas bolsas de pobreza que no son absorbibles por el mercado ni son abordadas, en su totalidad, por las políticas sociales. Dichos efectos de la pobreza y de la exclusión se concentran de forma desproporcionada tanto por la edad (más en los jóvenes); por el nivel formativo (más acusadas en los que poseen educación primaria o que no han terminado la secundaria); o por la situación laboral (más intensa en los desempleados).

La cuarta brecha es la que corresponde a la dimensión territorial. La riqueza se concentra en las ciudades y en las áreas costeras, produciendo un continuo y creciente despoblamiento en las áreas rurales y en el interior del país. Se constata que la mitad de los municipios españoles están en riesgo de extinción, en la medida que no logran sobrepasar los 1.000 habitantes. La distribución regional de la pobreza también muestra una fuerte división geográfica: el norte es más próspero que el sur; con la excepción de Galicia que registra una tasa de riesgo y exclusión social del 25,4 % de la población, ratio por encima de Cataluña (17,9 %) y País Vasco (15,9 %); aunque por debajo de Andalucía (41,7 %).

Estas cuatro rupturas son consecuencia de que no estamos llevando a cabo actuaciones exitosas ni abordando soluciones que nos conduzcan a fomentar la cohesión social, económica y territorial. En suma, las políticas puestas en práctica son extremadamente segmentadas y los modelos económicos imperantes no logran contribuir a aminorar las desigualdades.