Un pregón de Carnaval

OPINIÓN

21 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Nunca entendí que para pasarlo bien hubiese que meterse con nadie. Siempre me parecieron de mal gusto los chistes y las bromas que incidían sobre determinados colectivos sociales, normalmente vulnerables y casi siempre socialmente marginados. Por eso siempre los critiqué a todos ellos, a los que versaban sobre maricones, a los machistas, a los que ponían en el ojo de la diana a las personas con alguna discapacidad… Me parece de una mediocridad enorme que para reírse haya que atentar contra la dignidad, el buen nombre o los sentimientos de alguien. El humor es otra cosa muy distinta.

Días después aún colea la polémica por el pregón del Carnaval de este año en la capital gallega, que corrió a cargo del humorista Carlos Santiago. El alcalde compostelano restó importancia a la controversia y la enmarcó en el contexto de humor y de libertad de expresión propios del Carnaval: «Non estou disposto a practicar unha caza de bruxas, a facer de inquisición», sentenció. ¿Y si el humorista hubiese sido machista y el indignado fuese el colectivo femenino? ¿Y si los ofendidos fuesen los chinos o los musulmanes y Martiño Noriega se encontrase sobre su mesa serias quejas al respecto, opinaría y haría lo mismo? Estoy seguro de que no.

De un tiempo a esta parte se vienen ofendiendo reiteradamente los sentimientos religiosos de buena parte de nuestra sociedad. Llueve sobre mojado. Así no vamos por buen camino. Respetar a los demás es la base de la convivencia.