Chavismo e iglesia

OPINIÓN

31 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

En una nueva vuelta de tuerca, Nicolás Maduro acusó hace unos días a dos obispos venezolanos de cometer sendos delitos de odio. Después de afirmar el pasado mes de noviembre que «en Venezuela todo lo vinculado a la Iglesia Católica está contaminado, envenenado por una visión contrarrevolucionaria y de conspiración permanente», ahora el presidente considera que afirmar que el pueblo pasa hambre, decir que faltan medicamentos y denunciar la creciente corrupción es incitar a la violencia. «Ahora viene un diablo con sotana a llamar a enfrentamientos violentos, a llamar a la guerra civil», llegó a manifestar el sucesor de Hugo Chávez.

El Gobierno venezolano criminaliza toda manifestación en su contra y propicia la multiplicación y difusión de toda clase de especulaciones con el objetivo de consolidar un control absoluto de actividades y provocar el miedo y la autocensura. Me viene a la memoria la figura de Félix Dzerzhinski, el creador de la temible policía secreta bolchevique, un organismo crucial de la URSS, que marcó el camino a todos los futuros dictadores comunistas: «Defendemos el terror organizado.

El terror es una necesidad absoluta en los períodos revolucionarios. El terror revolucionario debe alcanzar por igual a culpables e inocentes. Ejecutar a estos últimos impresiona a las masas mucho más que ajusticiar a los primeros». Al dirigirse contra los obispos, el chavismo confirma los peores presagios y evidencia a las claras que solo le preocupa seguir en el poder, cueste lo que cueste.