Robert (también) se llamaba Gerda

Tamara Montero
Tamara Montero CUATRO VERDADES

OPINIÓN

22 ene 2018 . Actualizado a las 08:42 h.

Entre un millón de tuits enredados en los dedos, ella. La muerte congelada en un destello de haluro de plata. ¿Gerda? Los ojos cerrados, las manos cruzadas. Un chorro de sangre gris marengo todavía le resbala por la cara. Kiszely, el joven doctor, sostiene un algodón tan blanco como la bata que allí no hace falta. El único que tenía nombre en la instantánea que eternizó el momento en el que el fotoperiodismo quebró para siempre. En un repliegue de tropas republicanas. En la carretera de Villanueva de la Cañada. ¿Eres tú, Gerda? La pequeña rubia, Leica en mano, que también se llamaba Capa. Surge Virginia Woolf de entre la maraña. En la mayor parte de la Historia, anónimo es una mujer. Aunque siempre hay quien escarba. Y en el reverso alguien hizo justicia. Aunque te llamase Mrs. Frank Capa. Y quizá. A lo mejor se ha roto por fin el silencio en el que fuiste sepultada. Puede. Puede que sea la última fotografía de Gerda. Gerda Taro. Nacida Gerta Pohorylle, en El Escorial pedía a gritos sus cámaras mientras agonizaba. ¿Eres tú, Gerda? ¿Eres la que descansa en esa cama? Y aunque la Historia señaló al húngaro que fundó Magnum como Robert Capa, quizá tras el objetivo de Muerte de un miliciano estaba el ojo despierto de una judía alemana. Porque Robert (también) se llamaba Gerda. Y Taro es la mitad de Capa.