Cuidado, Rivera, que hay mar de fondo

Xosé Luis Barreiro Rivas
Xosé Luis Barreiro Rivas A TORRE VIXÍA

OPINIÓN

J.P.GANDUL | Efe

15 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Albert Rivera -que «aínda non pasou a Marola»- está encantado de haberse conocido. Contemplando la faena desde las alturas del cabo Ortegal, está convencido de que, cuando a los barcos del PP y el PSOE se le abran vías de agua, toda la mar será suya, sus bodegas se llenarán de merluzas, y todas las plazas de abastos trabajarán para él. Desde que ganó en Cataluña -disfrazado de PP sin crisis y sin historia- se le puso fachenda de armador nuevo rico y mucho me temo que este verano le vamos a ver en todas las fiestas del Carmen, devoto en la procesión, pero filtrándole al pueblo que paga de su bolsillo la pirotecnia de luces y la orquesta Panorama.

Si hubiese pasado la Marola, y naufragado dos veces, Rivera ya tendría tres claves importantes. Que él no es Inés Arrimadas: ni tan listo, ni tan cuerdo, ni tan todo lo demás. Que no siempre es posible pescar en las redes del vecino, cuando un viejo patrón, con barco muy navegado, ya hizo la maniobra, y todo es chegar e encher. Y que, si «a la mar fui por naranjas, / cosa que la mar no tiene, / toda vine mojadica / de olas que van y vienen». Porque esa balsa azulada, que se ve desde Ortegal, brama con mar de fondo y no se deja querer; o porque -terminando el estribillo- «¡Ay!, mi dulce amor, / ese mar que ves, tan bello, / es un traidor».

Lo que está haciendo el electorado no es transferirle a Albert Rivera el liderazgo del país, sino fragmentar el único electorado que seguía compactado -el del espacio de centroderecha- y, o bien encaminarse a un Parlamento más ingobernable aún, o forzar la gran coalición que Sánchez no quiso, porque jugaba a líder, y ahora puede querer. Lo que es difícil, querido Rivera, no es «estar dispuesto a gobernar con gente del PP y del PSOE». Lo difícil es que ellos estén dispuestos a ser gobernados por ti, y a darle carta de naturaleza a las mediocres obviedades que articulaban tu regeneración y tus «doscientos puntos» de marras. Lo que es difícil es que con 80 o 90 escaños -u-los?- y cero patatero de experiencia, puedas redactar tu Constitución, hacer tu ley electoral, recentralizar el país, desmantelar las garantías parlamentarias, hacer una regeneración por el atajo, y hacer demagogia social con la mano izquierda mientras gobiernas el neocapitalismo con el brazo derecho.

La hipotética caída de Rajoy, amigo Rivera, no significa que llegues tú. Solo significa que este país, que pudo gobernar su indignación y su populismo gracias a un partido que -a pesar de ser castigado- jerarquizó las opciones de gobierno, puede caer, gracias al embrujo de Arrimadas, en manos de un trío calavera impotente y ramplón, caracterizado por el desgaste de Rajoy, el desnorte de Sánchez -el ideólogo de la nación de naciones»- y la fatuidad de quien se cree en posesión de la piedra filosofal.

Yo que tú, querido Albert, dejaría de repicar las campanas y estudiaría más latín.