Matriarcado

Carlos García Bayón

OPINIÓN

23 ene 2018 . Actualizado a las 19:02 h.

Schopenhauer tenía en la cabecera de su cama -allá sus cosas- una estatua de Budha. No sé si bajo un «pipal», como le sucedió al apóstol indio, recibió en sus entrañas la doctrina del nirvana, o si ésta 1e vino luego del «dharamyatra» o peregrinación cordial a los cuatro lugares santos del budismo por tierras de la India soñada. Como Schopenhauer era un poco «dilletanti», un mucho imaginativo, es muy cosible que su filosofía haya brotado al amparo del hechizo mágico y poético del orientalismo, ave que está siempre presta a caer sobre el menor titubeo del hombre fáustico. Porque, quiérase o no, hay en el europeo un substrato de mahárajás y elefantes blancos, de lotos y bayaderas, de Ganges y Taj Mahal, que, agazapado, aguarda su hora solar y festiva para surgir. A mí me ha surgido ahora que en Ceilán -un trozo indio, a pesar de todo- Sirlma Dias, viuda del asesinado Bandarannaike, acaba de jurar en el templo budista de Colombo el cargo de primer ministro.

Se ha dicho, y creo que fue Frobenius, que la cultura sigue el camino del sol. Desde las remotas antigüedades de la China, la India y Mesopotamia, llegó la sabiduría al Mediterráneo heleno y latino, y de un brinco, cruzó el Atlántico. El resurgir de los pueblos asiáticos plenos de sangre bárbara -joven-, está indicando que la cultura ha hecho ya su periplo terrestre e inicia la segunda singladura. Y el triunfo de la mujer en la vida del Asia, ese triunfo que va desde la esposa de Chang-Kai-Chek y la hermana del Pandit Nepu, hasta la viuda de Bandaranaike, presagian que el futuro ciclo histórico llevará, como las rosas, nombre de mujer. Es decir, que a la forma gastada y caduca del gobierno del hombre, va a seguir la nueva experiencia de su matriarcado; y que el futuro perfil de la vida y la cultura va a desarrollarse bajo nuevas constelaciones.

Son muchos los historiadores que admiten la existencia de otras pretéritas ginecocracias, pero hay muchos más que las niegan. Sin embargo, quien se atenga a los hechos que sucesivamente se van produciendo, y con espíritu deductivo analice la irrupción de la mujer hasta las barricadas mejor defendidas por el hombre, sacará la consecuencia, alegre o amarga, de que fuerzas de sexo opuesto, confiadas y seguras, acapararán muy pronto los puestos rectores de toda la sociedad.

La experiencia que va a tener lugar en Ceilán con una mujer al frente de la Jefatura del Gobierno, elegida por votación popular, es de un alto valor. Si el éxito la acompaña y el ejemplo cunde, la nueva era habrá llegado y a ella habrá que atenerse. Y el hombre, que hasta ahora ha sido el absoluto director, dejará sitio a la nueva voz de mando.

Tal vez convenga más de lo que se piensa una experiencia de tan alto estilo. Es muy posible que el cerebro sólo, sea un argumento muy limitado con el que gobernar al mundo y haga falta, para taponar tantas inútiles hemorragias, para encauzar tantos anhelos mutilados, esa ternura que la mujer podría aportar y que los hombres hemos sido incapaces de dar al mundo.

Si luego de una experiencia de matriarcado, una larga experiencia, nos hallásemos como hoy, con las manos vacías y la ilusión muerta, sería el momento de pensar que entre estas cuatro paredes del mundo estamos pintando la mona.

La experiencia que va a tener lugar en Ceilán de una mujer elegida presidenta por votación popular al frente del Gobierno tiene un alto valor