Un referendo de todo a cien

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

Andreu Dalmau | efe

30 sep 2017 . Actualizado a las 08:55 h.

Leyes presentadas y aprobadas en una misma tarde. Papeletas de votación confeccionadas por cada votante en su casa. Notificaciones a los presuntos miembros de las mesas electorales depositadas en los portales como si fueran publicidad. Una consulta sin censo conocido. Niños adoctrinados para hacer propaganda separatista. Banderas independentistas desplegadas en las iglesias durante la celebración de las misas. Un expresidente de la Generalitat pidiendo, a lo Lola Flores, que los catalanes le paguen su multa a escote. Responsables educativos y sanitarios de quita y pon. Ruedas de prensa de pago. Creíamos haberlo visto todo, pero la capacidad de los promotores del referendo separatista para hacer el ridículo carece de límites. Y por eso ayer Oriol Junqueras, todavía vicepresidente de la Generalitat, compareció en ese centro de prensa de pago al más puro estilo Steve Jobs, reservando para el último momento la presentación de su producto estrella. Las urnas con las que pretenden celebrar esta especie de referendo de la señorita Pepis son contenedores de plástico fabricados en China, vendidos en el bazar digital Alibaba a cinco euros la pieza y con una calcomanía del logo de la Generalitat.

Casi habría que agradecerles la mascarada, porque quizá no haya mejor metáfora del desprecio absoluto que demuestran por la democracia y por los derechos más elementales que esa comparecencia oficial en pay per view y esas urnas de todo a cien. Pretender que alguien pueda considerar todo esto como un referendo válido que justifique una declaración unilateral de independencia es un insulto, no solo a la inteligencia, sino a todos los catalanes, incluidos aquellos que de buena fe puedan prestarse mañana a la farsa. Todo esto no pasaría de ser una astracanada si no fuera porque con ella se ha creado una peligrosa fractura social en Cataluña y un gravísimo y garantizado problema de orden público de consecuencias impredecibles.

Es obvio que, ocurra lo que ocurra mañana, el lunes habrá que recuperar la sensatez y la política para que algo así no vuelva repetirse. El drama es que si algo ha demostrado todo esto es que España necesita reformas para que el legítimo autogobierno y el reconocimiento de la identidad propia, que puede extenderse incluso aún más, hasta su máxima expresión, no se confunda con la desaparición del Estado en determinados territorios como garante de la ley y de la igualdad de todos los españoles, ni con privilegios de ningún tipo. Es obvio que entregar a Cataluña y el País Vasco las competencias exclusivas en materia de educación y de orden público, sin que exista siquiera un mando único estatal permanente de coordinación entre diferentes policías, fue un error. Como lo es tratar de solucionar el problema primando económicamente a Cataluña respecto al resto de comunidades. Pero, por desgracia, lo que muchos, incluso en filas no independentistas, empiezan a plantear como solución es precisamente ahondar en el error, sin entender que eso es condenarnos a que la historia se repita.