La farsa del 1-O

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente LA MIRADA

OPINIÓN

Alejandro García | EFE

10 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

En la nueva Arcadia feliz de la Cataluña independiente que prometen los Puigdemont, Mas, Junqueras o Guardiola los jueces obedecerán al Gobierno, los medios de comunicación estarán obligados a ensalzar al poder, los discrepantes serán purgados, habrá catalanes de primera y de segunda y puede que hasta las comisiones del 3 % sean legales y Jordi Pujol vuelva a ser un héroe nacional. Muchos catalanes están dispuestos a seguir el camino suicida que conduce directamente al abismo, encabezados por un presidente de un partido corrupto que se vanagloria de meter miedo al resto de España (Puigdemont), con un lugarteniente que pone cara de no haber roto un plato, pero que en realidad es el que dirige las operaciones (Junqueras) y el apoyo de un extravagante grupo antisistema (la CUP). En su delirio independentista, el denominado procés desembocará el 1-O en un referendo -a todas luces ilegal e inconstitucional y sin las mínimas garantías democráticas- que supondrá un punto de no retorno con España. Se votará, amenazan, per collons, los resultados valdrán sea cual sea el porcentaje de ciudadanos que acudan a las urnas y bastará con que haya un voto más a favor que en contra para que la desconexión sea efectiva. Una completa farsa. Hay que reconocer que el argumento de que Madrid (malvado en contraposición al salvífico nacionalismo periférico) no deja votar a los catalanes es fuerte. Pero es falso. Desde que se instauró la democracia, los catalanes han votado muchas veces a sus representantes, que, debería ser obvio decirlo, están obligados a cumplir las leyes. Mediante la imposición no se construye nada, y menos un país, solo se siembra odio y división. Al final de la escapada solo habrá frustración.