La plantación animada

Javier Guitián
Javier Guitián EN OCASIONES VEO GRELOS CARTAS AL DIRECTOR

OPINIÓN

05 jul 2017 . Actualizado a las 23:14 h.

En los últimos meses varios concellos gallegos han adoptado acuerdos declarando sus territorios libres de eucaliptos. O Grove, Pantón y O Courel han tomado esa decisión para preservar el paisaje, proteger la biodiversidad y fomentar las plantaciones con especies autóctonas. En el mismo sentido, la Xunta de Galicia ha expresado su intención de limitar las plantaciones en determinadas áreas, abriendo de nuevo el debate entre los productores forestales, las asociaciones ecologistas y la sociedad en general.

Los datos publicados respecto a la superficie de la especie hacen referencia a que, según el último Inventario Forestal Nacional, del total de 1,4 millones de hectáreas arboladas de la comunidad la superficie de eucalipto alcanzaba ese año las 280.000 hectáreas en masas puras -a las que habría que añadir otras 145.000 en masas con otras especies-, y esa cifra ya supera con creces la prevista en el Plan Forestal de Galicia para el año 2030, de 245.000 hectáreas. Probablemente las cifras puedan matizarse, pero la tendencia está clara.

Por más que algunos insistan, existen evidencias de los efectos ambientales negativos de las plantaciones de eucaliptos, dejando al margen los inherentes a los trabajos de plantación y corta; tampoco existe duda razonable de que supone una fuerte agresión a nuestro paisaje en donde los bosques, los colores, cambian con las estaciones. Nadie con un mínimo criterio puede discutir hoy que la diversidad de aves, de plantas, de algunos grupos de insectos o de aves es mucho menor en estas plantaciones que en nuestras formaciones autóctonas y aquí está la clave de la cuestión.

Durante décadas, han tratado de colarnos que las plantaciones de eucaliptos son bosques y no cultivos, y buena muestra de ello es que la llamada política forestal, correspondiente o perteneciente a los bosques, se ha centrado casi exclusivamente en las plantaciones y no en los verdaderos bosques. De esos polvos vienen estos lodos, y solo aceptando la realidad podremos llegar a una solución más o menos consensuada en torno a dos cuestiones fundamentales.

La primera es que las plantaciones nada tienen que ver con los bosques, son cultivos de especies leñosas y así deben ser tratados. En la medida en que afectan a nuestro paisaje y a nuestra biodiversidad, no es un tema de empresas ni de productores, nos afecta a todos. La segunda es si es razonable prohibir a un propietario el cultivar eucaliptos y la respuesta es, consecuentemente, sí. De la misma manera que se delimitan terrenos como rústicos o urbanos, y los consiguientes usos, se puede, y se debe, delimitar de manera precisa en qué comarcas o lugares y qué superficie se puede cultivar, así como qué obligaciones de gestión, prevención de incendios, técnicas, etcétera, deben asumir los propietarios y las sanciones correspondientes por su incumplimiento.

Conozco la importancia económica de las plantaciones de eucalipto en Galicia y las posturas de algunos grupos de productores que afirman que las críticas a la especie son «creencias y no ciencia, y de eso no debatimos» y que «el monte no está ahí para ser bonito»; están en su derecho, pero discrepo. Sobre lo primero porque ese no es el debate en plantas cultivadas, sobre lo segundo porque no me imagino a Fernández Flórez escribiendo El bosque animado en una plantación de eucaliptos.