Charlas difíciles

OPINIÓN

22 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Hablar con tu padre, al que le acaban de diagnosticar un cáncer de pulmón, sobre los escenarios posibles de la enfermedad no es fácil, se lo puedo asegurar en primera persona. Pero es absolutamente imprescindible, si de verdad lo queremos, lo respetamos y nos comprometemos a beber con él hasta la última gota de ese cáliz. Habrá momentos muy duros, en los que lo único que se va a poder hacer por él y con él es llorar juntos. Habrá momentos muy especiales, como cuando te dice: «Por mí no te preocupes, cuida de tu madre como ella siempre cuidó de ti». Te sorprenderás creciendo en humanidad y en amor, no por lo que tú haces, sino por lo que él hace en ti.

 Estas son las que los especialistas llaman conversaciones sensibles, de punto crítico o conversaciones difíciles. Aquellas en las que el médico y la familia plantean al enfermo una decisión compartida por la que se reorientan las medidas, con intención de dejar de luchar para ganar tiempo y empezar a luchar por aquellas otras cosas que son realmente valiosas para una muerte en paz. A pesar de que son muchas las voces que desde hace tiempo recomiendan tener estas conversaciones, lo cierto es que no siempre se producen. Razón y corazón han de dialogar sabiamente y producir una inteligencia ética integrada, que nos permita conjugar el último desarrollo tecnológico con los recursos terapéuticos más antiguos: la escucha activa, la palabra oportuna y la mano amiga.