Noé y el Día del Medio Ambiente

Javier Guitián
Javier Guitián EN OCASIONES VEO GRELOS

OPINIÓN

04 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Cualquier lector atento que repase la prensa gallega de las últimas semanas se habrá dado cuenta de que algo raro está pasando. No quiero parecer exagerado, ni responsabilizar a las Administraciones de todo; tampoco cuestionar la opinión de los científicos sobre las causas y consecuencias de estos extraños fenómenos. Les confieso que no tengo ni idea de si se deben al cambio climático o si una meiga nos echó una maldición, pero lo que está ocurriendo en Galicia no es normal.

Piénsenlo. En pleno mes de abril se han quemado más de dos mil hectáreas de matorral y arbolado. Se han perdido por las heladas buena parte de las cosechas de uva en Valdeorras, Monterrei, Ribeira Sacra y O Ribeiro, y en la montaña lucense hay hayas, fresnos y nogales seriamente dañados. Días después, el granizo ha fulminado lo poco que quedaba y no hace falta ser un lince para saber que en poco tiempo atacará el mildiu.

Simultáneamente, algunos cultivos se mueren por la sequía, la cosecha de cereal de A Limia se ha esfumado, las patatas tienen que arrancarse por efecto de la polilla guatemalteca, mientras otras polillas chinas devoran el boj. Alisos, castaños o camelias reciben nuevos visitantes inesperados y la avispa velutina ya domina la Galicia interior; finalmente, y esto me duele especialmente, casi nos quedamos sin grelos.

Los científicos especialistas en plagas dicen, y yo les creo, que esto es más o menos normal, que no hay más plagas que hace unos años y que esto forma parte de la variabilidad entre años, lo que denominan «dientes de sierra». Los expertos en incendios también quitan hierro a la cuestión. «Es lo normal en un año tan seco», afirman, pero si yo fuera una planta, o un animal, estaría acojonado.

Pero es que, además, las garrapatas infectadas se aproximan por el sur y los mosquitos por el este, las abejas siguen muriéndose y los jabalíes campan a sus anchas por el campus de la Universidade de Santiago. En los ríos escasea la lamprea mientras extrañas especies de peces aparecen en las rías gallegas; finalmente, y no se crean que es broma, nos estamos quedando sin burros.

Si uno se da un paseo por la Galicia litoral, ve avanzar ejércitos de eucaliptos, mimosas, plumeros y uñas de gato, mientras retroceden las luciérnagas o los escornabois, y comienza el declive de grillos y escarabajos. Por si esto fuera poco, anda suelto un mejillón raro, hay tortugas con parásitos en las gándaras y llegan a la playa calamares gigantes y cetáceos que se alimentan de plástico. Finalmente, gatos y visones se pasean por las islas atlánticas.

Sin duda, habrá lectores que piensen que se trata de una desgraciada coincidencia, que esta miscelánea de desastres no tiene importancia, pero los que, por distintas razones, tenemos relación con el campo y la naturaleza no dejamos de sorprendernos de que un auténtico diluvio sea tratado como un pequeño chubasco. Así empezó lo de Noé y ya saben cómo acabó.

En fin, no quiero parecer pesimista, pero yo ya he construido un arca, en este caso el arca de Javier, para celebrar a salvo, mañana lunes, el Día Mundial del Medio Ambiente.