Aún no me he enfadado, pero lo haré

OPINIÓN

04 may 2017 . Actualizado a las 08:04 h.

Que los presupuestos se pacten a cambio de una injusta rebaja estructural del cupo vasco, equivalente a 500 millones de euros anuales, cuando las bajas introducidas para la investidura de Aznar ya eran escandalosas; y que esa rebaja se haga con carácter retroactivo, devolviéndole a Vitoria 1.400 millones, es para cabrear a Santo Job, y para quedarse con la amarga sensación de que la estabilidad del debilucho Gobierno de Rajoy la van a pagar los incautos que votaron a Rajoy.

Ya sé que gobernar es difícil, y que las transacciones políticas y económicas son la esencia del sistema parlamentario. Pero eso solo es cierto cuando el Gobierno y la oposición actúan con responsabilidad y mesura, y no cuando el ciudadano responsable se queda con un palmo de narices ante el chantajeo flagrante. Para estos escasos está la disolución de las Cortes, que, aunque es una medida de riesgo, agravada por los bloqueos indecentes y por la reciente apertura del sésamo de Alí Babá, no está más contraindicada que el pago de tres boqueadas de oxígeno que solo nos garantizan respirar hasta noviembre.

La situación, digo, es para cabrearse con el PP, y para decirle que, si la legislatura va a seguir así, es mejor dilapidar la plata en pensiones y subsidios, como propone Pedro Sánchez. Pero todavía no lo voy a hacer porque quiero que Rajoy me explique tres cosas. La primera, si esa deuda de 1.400 millones, y esa rebaja anual de 500 millones más, son una patraña negociadora, y una mentira morena, o tiene argumentos objetivos, Porque si la respuesta es la primera me enfado porque me estafan; y si es la segunda me enfado porque el Gobierno haya pasado siete años timando a los vascos y racaneándoles lo que se les debía. La segunda aclaración se centra en saber si la responsabilidad del PP es compartida por el PSOE, que pudo resolver el problema con un pacto decente, o si Javier Fernández no fue informado del clavo que nos iban a meter a cuenta de esta pelea de castas caprichosas. Porque si el PSOE no fue informado cabe votar a Susana Díaz como alternativa; mientras que si la estafa es responsabilidad común del PP y del PSOE, es mejor dimitir del mundo e ingresar en un convento. Y la tercera pregunta es si con este atraco ya terminamos el chalaneo, o si el chantaje volverá a reeditarse en cada presupuesto, cada ley orgánica o cada moción de censura. Porque si este acuerdo es puntual, como me temo, me apunto al caos podemita, que, siendo igual de ruinoso para el país, me parece más barato y menos humillante.

Lo que no veo posible es seguir como estamos, poniendo la otra mejilla, y tratando de evitar un modelo caótico -el de Sánchez e Iglesias- a cambio de una gestión disparatada. Porque al final da lo mismo morir o que te maten, siempre que no nos lleven al otro mundo sin un triste responso y con cara de parvos.