Sin complejos

José Francisco Sánchez Sánchez
Paco Sánchez EN LA CUERDA FLOJA

OPINIÓN

11 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Los totalitarismos carniceros del siglo XX, escribe la profesora Holly Case, se montaron todos sobre la idea de que había que fabricar un «hombre nuevo», quisieran o no los hombres viejos. De ahí tanta sangre. Los nuevos totalitarios, sin embargo, pretenden exactamente lo contrario: nada de utopías, nada de luchas por mejorar, insisten en que eres muy bueno como eres, por muy inconveniente que resulte tu comportamiento para la sociedad. Viene a decir Case que es un resultado lógico del recelo que suscitaron las ideologías del hombre nuevo: la gente no quiere ideales y no le importa sacrificar la libertad, siempre que se le asegure lo básico para sobrevivir.

En medio del ensayo aparece una frase del polaco Ko?akowski en la que describe en qué quedó, en realidad, el hombre nuevo soviético: «Un esquizofrénico ideológico, un mentiroso que cree lo que dice, un hombre capaz de incesantes actos voluntarios de automutilación intelectual». Así es el nuevo súbdito. Un ciudadano mucho más dúctil y acomodaticio. De ahí que Putin no necesite campos de concentración ni grandes matanzas o deportaciones a lo Stalin para mantenerlo a raya. Le basta con darle de comer y con que se sienta seguro, algo que no percibió Gorbachov, porque pensaba que con la libertad llegaría lo demás.

Los nuevos totalitarios, según Holly Case, ya no pretenden que seamos mejores, sino que nos sintamos mejor. Lo ejemplifica con la cita de un escritor californiano: «Necesitamos llevar nuestras imperfecciones a una plataforma política que defienda: ‘Mis taras también necesitan atención’». Mimemos nuestros defectos, nos gustan, no queremos cambiarlos y tenemos derecho a ellos. Convienen a los que mandan.

@pacosanchez