Vivimos un tiempo en el cual ocurren cambios tan rápidos que apenas podemos asumirlos, cuando son muy trascendentes para los europeos. En pocos días han venido a Europa varios miembros importantes del Gobierno Trump. Primero, fue el jefe del Pentágono, James Mattis, con el mensaje presidencial de que los europeos gasten más en materia de Defensa. Días después, llegó el vicepresidente, Mike Pence, para remachar el mensaje de que los europeos tienen que aumentar los presupuestos de Defensa y se entrevistó con el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk.
Así está clara la ofensiva política norteamericana sobre Europa: la UE, sin Gran Bretaña, tiene que asumir los gastos de la OTAN y debe permanecer fuertemente unida frente a los nuevos peligros que le acechan. Para ello, pueden contar con los norteamericanos, pero mantener el nivel de prosperidad y desarrollo es cosa suya.
Así pues, se acabó para los europeos el pensar solo en la economía, mientras que los americanos gastaban mucho en la defensa europea. Europa hoy tiene riesgos estratégicos en su perímetro -del Báltico, del Mediterráneo y del Mar Negro-, dejando aparte el terrorismo y todo lo que sucede en el Norte de África, así como el problema de los refugiados. Son muchos los riesgos que corre Europa y los americanos avisan.