El silencio de los lobos

Eduardo Riestra
Eduardo Riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

26 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La diferencia entre un drogadicto que atraca una joyería y los delincuentes de la trama Gürtel, del caso Pujol, de la fundación Nóos, es que el primero actúa con absoluta independencia y roba la ajena propiedad privada, mientras que nuestras estrellas de los telediarios se nutren de fondos públicos, de su dinero y el mío, de los fondos de pensiones de los que dispone con tanta liberalidad el Gobierno de la nación (española). Y está bien que los metan en la cárcel, por sinvergüenzas y por caraduras. Rato, Bárcenas, Pujol, Urdangarin... pero uno siempre tiene la sensación, como el teniente Colombo o la señora Fletcher, de que algo no encaja, de que falta algo. Porque no nos terminamos de creer que en las organizaciones, las comunidades donde se desarrollaba el expolio, nadie supiera nada. Bárcenas recaudaba fondos para el Partido Popular con semejante prudencia y generosidad que ni el propio partido se enteraba; los diputados en Madrid, y no digamos en Barcelona, miraban los famosos gorriones de Serrat por la ventana, mientras Pascual Maragall hablaba del tres por ciento hace ya más de veinte años; y claro, a interés compuesto lo de entonces es ahora un capitalito. Sobre la jefatura del Estado, vamos a darnos un mus. Por todo eso es especialmente ofensivo que quienes han guardado silencio durante tanto tiempo, ahora, al ver entrar en la cárcel a sus recaudadores, exclamen con frívolo cinismo, casi con alegría, que la Justicia es igual para todos. Puede que lo sea, pero no gracias a ellos.