El lenguaje perdido del pasado

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

19 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Existe un desván de las palabras, donde parece que quedan arrumbadas como trastos viejos hasta que regresan cuando menos se las espera. De vez en cuando viajan a la velocidad de la luz y vuelven a nosotros con el fogonazo de la nostalgia. 

El otro día, el fabuloso Luís Pousa recuperaba una expresión del lenguaje perdido del pasado que, en realidad, es también el lenguaje perdido de las familias. «Se me cae la casa encima». ¿Quién no lo escuchó alguna vez? «Vamos a dar una vuelta que se nos cae la casa encima». Y es que la vida hablada hace calambre siempre con la literatura y no podemos ni debemos olvidarnos de esas expresiones maravillosas.

En Galicia, tal vez por el fantasma de las tuberculosis, de las neumonías y del asma, están esas frases protectoras de las madres cuando te veían salir solo con un jersey en pleno borrascón: «Ten cuidado. Que no te coja el frío». Cómo si el frío te pudiese coger. O su variante: «¿Cómo vas a ir a cuerpo gentil con lo friolera que eres tú?».

O cuando te cruzabas con alguien y te contestaba sin parar: «Lo siento. Voy a todo meter». Qué fiesta del lenguaje.

O cuando le pedías algo a tu madre y te respondía «y un jamón a costillas», que viene a significar «no es no». O esa respuesta existencial tras prohibir algo: «Algún día lo entenderás».

Cada familia tiene sus expresiones, muchas compartidas: «Pero, qué te has creído que esto es un hotel», «un día hago las maletas y me voy», «cierra la boca y come» (¡cómo!) o «arreando, que es gerundio». O esa mítica de «ni por favor ni por favora».

Y es que en la infancia de antes se compartía todo de verdad, no solo los likes y las fotos del Instagram. Todos jugábamos en la calle, porque el único juego era la calle. Y nos rompíamos las rodillas y luego nos levantábamos las postillas a la vez.